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¿Qué pasó?

El 3 de noviembre Estados Unidos celebró elecciones para el presidente y vicepresidente de la República, para 35 senadores y para los 435 diputados de la Cámara de Representantes. A continuación encontrará un resumen de los resultados con excepción de la segunda vuelta de la elección de dos senadores —ambos del estado de Georgia— que será el 5 de enero.

En primer lugar, el exvicepresidente demócrata, Joe Biden, derrotó al presidente Donald Trump. Su toma de posesión y la de su fórmula, Kamala Harris, será el 20 de enero. A pesar de que la mayoría de las encuestas apuntaban hacia un triunfo fácil por parte de Biden, su victoria no fue abrumadora. Según los datos más recientes, Biden obtuvo 79.5 millones de votos versus 73.6 millones para Trump.

A nivel nacional, Biden logró el 51 por ciento del voto popular; Trump alcanzó el 47 por ciento. El remanente se dividió entre candidatos menores. Traduciendo estos votos populares en votos electorales —que es lo que cuenta en Estados Unidos— Biden obtuvo 306 votos electorales y Trump 232. Recordemos que para ser electo presidente se necesitan 270 votos electorales, cifra que Biden superó con holgura.

Segundo, curiosamente Biden logró derrotar a Trump con exactamente el mismo número de votos electorales que Trump obtuvo en 2016. Trump, por su parte, obtuvo el mismo número de votos electorales que Hillary Clinton, la perdedora en 2016.

Tercero, usualmente los presidentes norteamericanos suelen ser reelectos para segundos períodos. Esto no sucedió en el caso de Trump. Antes de este año, el último presidente en no ser reelecto fue George Bush (padre) que perdió contra Bill Clinton en 1992, hace 28 años.

Cuarto, la victoria de Biden fue por un margen cómodo. La última vez que un candidato derrotó a un presidente por una brecha mayor que la de Biden —4 por ciento y 5.9 millones de votos— fue en 1932 cuando Franklin Roosevelt revolcó a Herbert Hoover en plena Gran Depresión.

Quinto, hasta el día en que escribí este ensayo, Trump no había aceptado su derrota alegando que Biden y los demócratas se habían robado los comicios. No hay prueba alguna de que hubo fraude. Esto lo han reconocido el Wall Street Journal y Karl Rove. El primero es el diario conservador más influyente de Norteamérica y el segundo es un importante consejero político republicano que favoreció a Trump.

La mezquindad del presidente Trump al no aceptar su derrota no es consistente con la cultura política estadounidense en donde el perdedor suele elegantemente reconocer a su contrincante ganador, aún en elecciones mucho más reñidas que la de 2020. En 1960, por ejemplo, Nixon (republicano) aceptó el triunfo de Kennedy (demócrata) aunque perdió por solo 0.17 por ciento del voto. Y en 2000 Gore (demócrata) reconoció la victoria de George W. Bush (republicano) aunque perdió la Casa Blanca por menos de 600 votos en la Florida.

Al alegar que su derrota se debió al robo de votos, Trump no logrará revertir los resultados aún en estados en donde se están recontando las boletas. Pero sí está socavando la legitimidad de los comicios, al menos en las mentes de sus correligionarios incondicionales. En esto está perjudicando a la democracia norteamericana. Pero esto no parece importarle.

Sexto, estas elecciones despertaron un interés, pasión y polarización histórica. El número de norteamericanos que acudieron a las urnas fue abrumador. Tanto Biden como Trump lograron más votos que todos los ganadores en años anteriores. El récord previo había sido los 69.5 millones de votos que Obama obtuvo en 2008. Y el nivel de participación de 2020 —más de 66 por ciento— fue el más alto en 120 años.

Séptimo, Biden triunfó porque no solo quedó en primer lugar en todos los estados que Hillary Clinton ganó en 2016 sino porque logró sonsacar a cinco estados que Trump ganó en 2016. Estos fueron Arizona, Georgia, Michigan, Pennsylvania y Wisconsin. Cabe señalar que los tres últimos habían sido tradicionalmente bastiones demócratas.

Trump los conquistó en 2016 por un total de 78,000 votos porque Hillary Clinton confió en que los ganaría sin esforzarse, hasta el punto que ni siquiera visitó a Wisconsin. En esta vuelta, sin embargo, Biden los peleó y los ganó por aproximadamente 250,000 votos, ¡tres veces más que el margen de victoria que Trump logró en ellos en 2016!
Octavo, si bien les fue bien a los demócratas en la contienda presidencial, no llenaron sus expectativas en el Senado ni en la Cámara de Representantes. Para lograr mayoría en el senado necesitan ganar los dos escaños en juego en Georgia, algo que es improbable. Y en la Cámara Baja, seguirán teniendo la mayoría, pero por un margen más estrecho que el que tienen.

Y, noveno, por el interés que tenemos los nicaragüenses en la Florida, les brindo algunos resultados en ese estado. Trump lo ganó por un margen de 3.3 por ciento. Como anticipé en un ensayo anterior, Trump tenía que ganar la Florida para ser competitivo en la contienda 2020, pero no bastaba para regresar a la Casa Blanca. Y así fue.

Contribuyó a su victoria en el estado su buen desempeño en el condado de Miami-Dade. Aunque Biden obtuvo una mayoría de los votos en el condado (53 por ciento) este porcentaje fue diez puntos menos que el 63 por ciento que Hillary Clinton logró en 2016. A Trump le fue muy bien entre dos bloques importantes de votantes en Miami-Dade: los jubilados y los cubanoamericanos. Dos de estos últimos —Carlos Giménez y María Elvira Salazar— derrotaron a diputados demócratas en el condado. Con este triunfo, Salazar ocupará el escaño que por años tenía Ileana Ros-Lehtinen, y seguramente tendrá la beligerancia en el Congreso que Ileana tenía.

El autor es estudioso de la política estadounidense

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