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El siglo de la China

Cuando estudiaba economía en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos (EE. UU.) dominaba al resto del mundo en el tamaño de su economía, su ingreso per cápita, su producción y consumo de energía y en sus exportaciones e importaciones, entre muchos otros rubros. EE. UU. era la única superpotencia militar y económica del mundo, y era la locomotora que impulsaba al resto del planeta. La Unión Soviética era una gran potencia militar, al igual que EE. UU., pero quedaba muy por detrás en cuanto a su desarrollo económico y el bienestar de su pueblo. Por eso se hablaba mucho de que vivíamos en “el siglo estadounidense”.

Para comienzos del milenio, EE. UU. continuaba siendo un coloso económico, pero no tan dominante como antes. La Unión Americana seguía ocupando una posición hegemónica mundialmente, pero ya tenía contrincantes socioeconómicamente incluyendo países de Europa occidental, como Alemania, que se habían recuperado de la devastación ocasionada por la Segunda Guerra Mundial. La República Popular China es el más importante de estos. En los años setenta del siglo pasado, esta descartó el fracasado socialismo de Mao Zedong y optó por la economía de mercado que había transformado en “tigres asiáticos” a otros países en su propia periferia: Japón, Corea del Sur y la República de China (Taiwán).

Lo que ha logrado la China en los últimos cuarenta años ha sido histórico. De ser una nación subdesarrollada cuyo ingreso per cápita era de US$200, la China se ha convertido en un país en donde cientos de millones de sus ciudadanos han dado un salto de la extrema pobreza a una enorme e industriosa clase media. También ha creado una pudiente plutocracia. La China de hoy no solo escupe en rueda mundialmente, es un poderoso jugador económico y militarmente.

El progreso socioeconómico de la China se ve por doquier. Por ejemplo, en el año 2000 la China manufacturó 2.1 millones de vehículos. Era un número importante, suficiente para que su industria automotriz fuese la novena del mundo. Pero su producción era inferior al 20 % de la estadounidense que ese año era la más grande del mundo con 12.8 millones de vehículos. Ahora la China produce aproximadamente 25.7 millones de vehículos anualmente, catapultando a su industria automovilista al primer lugar mundial. Esta cifra es dos veces mayor que la producción norteamericana. Aunque una parte de estos vehículos se exportan, la mayoría se consumen internamente.

Compañías extranjeras, aliadas a socios chinos, producen vehículos con tecnología de punta. E interesantemente los chinos tienen un apetito para marcas extranjeras, incluyendo norteamericanas. Por ejemplo, se venden más Cadillacs y Buicks en la China que en EE. UU., y estos son “made in China”.

Lo mismo está ocurriendo en otros rubros. En el campo de informática, por ejemplo, la firma china Lenovo es el mayor productor de computadoras personales del mundo y también es un gran jugador en el altamente competitivo mercado de teléfonos móviles inteligentes.

Como todos sabemos, la China es también un actor grande en el comercio mundial. Su socio comercial más importante es EE.UU. con el que tuvo un superávit comercial de US$300 mil millones en 2020 a pesar de los esfuerzos de la Administración Trump de emparejar su comercio con la China.

En otros frentes, la China es uno de los dos grandes acreedores de EE. UU., junto con Japón. Intereses chinos han adquirido un trillón de dólares de la deuda pública norteamericana, igual a aproximadamente 15 % de esta. Y en 2020, la China superó por primera vez a EE. UU. como el país que más nueva inversión directa extranjera logró atraer. También está invirtiendo más que Norteamérica en el campo de I+D (Investigación y Desarrollo), que es crucial para mantenerse a la vanguardia de la competitividad mundialmente.

En vista de todo esto, no debería de sorprendernos que hace años la economía china superó a la estadounidense en tamaño. Pero la mayoría de la gente desconoce esta realidad. Siguen creyendo que la economía norteamericana todavía es más importante, aunque reconocen que la China está por aventajarla por su acelerado crecimiento económico. La diferencia en crecimiento lo vimos el año pasado. Por el Covid, la economía norteamericana sufrió una contracción de 3.5 %, la caída más severa en 75 años. Mientras tanto, la China creció 2 % haciendo del “Reino Central” (la traducción literal de la China al español) la única economía grande que no experimentó una recesión. En 2021 el Fondo Monetario pronostica una recuperación de 5 % para EE. UU. Esta es una buena cifra pero no tan robusta como el 8 % de crecimiento que el Fondo vislumbra para la China.

Arriba mencioné que son pocos los que comprenden la magnitud del milagro chino. Son miembros de este club selecto varios pesos pesados, incluyendo el Fondo Monetario Internacional, la CIA y The Economist. Desde 2015 la “Perspectiva de la Economía Mundial” del Fondo Monetario señaló que el tamaño de la economía china había superado a la estadounidense, aunque esto apareció enterrado como un dato técnico en sus páginas interiores —por sensibilidades políticas. Según el Fondo, ese año la economía china era igual al 16.3 % del PIB Global, versus 16.1 % para la norteamericana utilizando la metodología PPA (paridad de poder adquisitivo). La CIA, en su “World Factbook”, también tiene años de haber llegado a la misma conclusión, al igual que The Economist.

Según los datos más recientes, la brecha entre el tamaño de ambas economías ha seguido creciendo aún más, a favor de la China. Actualmente la economía estadounidense es igual al 15.9 % PIB mundial versus 17.4 % para la China. Y todo apunta a que este margen seguirá ampliándose entre más adelantamos en este ¡Siglo de la China!

El autor fue director del Banco Mundial.

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