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Querer que se pueda

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Mi amigo y coterráneo Mundo Jarquín suele usar al final de sus comentarios esta frase: “Saber que se puede, querer que se pueda”. Sentencia que bien puede aplicarse a aquellas personas que no pierden ocasión para criticar lo que hacen, con muy buena fe y entusiasmo, sus semejantes. Hay otra sentencia universalmente utilizada que dice así: “Los hombres malos triunfan donde los buenos son indiferentes”.

Digo esto porque así como hay personas que ven con buenos ojos las gestiones de unidad y búsqueda de un candidato o candidata para cambiar la dictadura que padecemos, por una democracia auténtica, limpia y duradera, también hay otras que se encogen de hombros y tranquilamente dicen que los esfuerzos que se hacen en ese sentido son pérdidas de tiempo. Las personas que así se expresan son precisamente aquellas buenas gentes que nunca hacen nada y solo comentan las leyes descabelladas y las situaciones persecutorias contra los opositores al Gobierno, y las carceleadas inmisericordes a ciudadanos que no han hecho otra cosa más que protestar contra las injusticias y los abusos de los policías y de toda clase de funcionarios de la administración pública. Ningún pueblo ha soportado por mucho tiempo el yugo cruel de una dictadura o los culatazos de un ejército al servicio de tiranos. La historia nos enseña cómo uno a uno han ido cayendo los más crueles dictadores. Llega un momento en que los pueblos no soportan y revientan como si fuesen ollas de presión y producen terribles anarquías y crueles venganzas a todos los niveles. En unos países más que en otros la violencia ha sido el final de los gobiernos que pretenden instalarse para siempre en el poder. El régimen de Trujillo en la República Dominicana ha sido uno de los más crueles. Se dice que en cada casa había afiches en las paredes pregonando la autoridad del Jefe Supremo, Padre de la Patria, Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo. Los ministros tenían temor de llevar a sus hijas a fiestas oficiales huyendo de la mirada del dictador quien creía tener el derecho de pernada sobre toda joven atractiva. Sus días terminaron víctima de sus propios coroneles y generales que siempre lo acompañaban, su cuerpo quedó dentro de la cajuela o maletera del auto oficial.

Las personas que están buscando la vía cívica como un camino de salvación para Nicaragua, lejos de recibir críticas malsanas deberían ser reconocidas por sus afanes de buscar un cambio en paz, entre hermanos, olvidándonos por un momento de partidos políticos los cuales son necesarios en una democracia. Por el momento busquemos unidad y escojamos entre todos a varios candidatos. Uno de ellos será escogido por todos y los que no sean nominados tendrán su lugar en el nuevo gobierno democrático. Ya hemos pasado dos guerras intestinas para quitar primero a Somoza y después a Ortega. No seamos tan insensatos de quedarnos ahora con los brazos cruzados permitiendo que nuestra Nicaragua se hunda en la pobreza cada día más. No más pleitos ni anarquías ni dictaduras, no merecemos tantos males en tan poco tiempo. La nobleza y el patriotismo nos obligan a escucharnos unos a otros, a ponernos de acuerdo frente a males mayores que sin unidad seguramente surgirán.

Los octogenarios, el doctor Tünnermann y el suscrito, los fósiles como nos llamó un insensato y vulgar en las redes sociales, estamos dispuestos a dar nuestro último aliento en pro de la unidad que traiga la convivencia, la escogencia en paz de un buen candidato o candidata y que vengan mejores días para Nicaragua.

El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

Opinión
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