Cartas de amor a Nicaragua
Querida Nicaragua: Estos días deberían ser de reflexiones profundas sobre esta vida y la otra. Para los verdaderos cristianos realmente son eso: cuarenta días de espera partiendo del Miércoles de Ceniza cuando se nos recuerda que somos polvo y que al polvo volveremos, una verdad más grande que una catedral, más grande que la más grande de las montañas, más grande que todos los mares juntos, más grande que todo el universo. El Miércoles de Ceniza comienza el más doloroso camino recorrido por Nuestro Señor, desde las tentaciones en el desierto, enfrentando a Satanás durante cuarenta días, hasta su regreso a enfrentar el sacrificio de la pasión y la muerte en la cruz perdonando los pecados de la humanidad.
Imposible dejar de recordar los tiempos de la infancia y la solemnidad con que se vivían los días de la Semana Santa en mi pueblo natal. Tendría yo 9 años cuando mi padre, que era muy hábil en cuestiones de bellas artes, pasó varios días preparando lo que sería un inolvidable homenaje para la procesión del silencio el Jueves Santo por la noche, donde iba Nuestro Señor vestido de blanco y flagelado por los soldados. En su recorrido la procesión del silencio pasaba por nuestra casa y aquel día mi padre hizo colocar el minucioso trabajo de varios días. Hizo en la calle una especie de cielo, atravesando de lado a lado conexiones eléctricas y cajuelas perforadas con la oración del Padrenuestro que se iban encendiendo a medida que pasaba la procesión. Durante años fue recordada aquella Semana Santa.
Estos hechos y reflexiones infantiles nunca fueron relatados hasta ahora. A pesar de ser devoto de María Auxiliadora, siempre rezo pedazos del rosario porque su monotonía me da sueño. Y yo pensaba, ¿por qué le gustará a la Virgencita tanto “Dios te Salve María llena eres de Gracia” y tanta “Santa María madre de Dios”, repetida cincuenta veces en el rosario? Y encima las letanías que me parecían interminables. Cuando fui creciendo y enterándome de muchas cosas y leyendo lo que encontraba me di cuenta de las apariciones de la Virgen en Lourdes, Francia, a tres pastorcitas humildes. Todo el mundo sabe de las milagrosas apariciones en Lourdes, de los portentosos milagros que por su intercesión ha hecho Dios Nuestro Señor, y todos sabemos que la Virgen siempre pide para que haya paz el rezo del santo rosario. Si quieren la paz, ha dicho siempre, recen el santo rosario. Aquí mismo en Cuapa hubo apariciones de la Santísima Virgen al campesino Bernardo. Fui con mi familia y pudimos hablar largamente con el humilde hombre que luego entró al Seminario y fue consagrado como sacerdote, ejerciendo en la Iglesia de Santa María de las Victorias, en Casa Colorada, El Crucero.
La Virgen de Fátima, aparecida en Cova de Iría, Portugal, repitió las apariciones de Lourdes, igualmente a tres pastorcillos, la gente más humilde de la región. La imagen de la Virgen de Fátima ha visitado centenares de países haciendo portentosos milagros. Y qué decir de la virgen morena de Guadalupe, aparecida al indio Juan Diego en tiempos de la colonia. El asombroso milagro de su aparición, difícil de creer para los señores obispos, los hizo caer de rodillas ante la imagen grabada en la tilma de Juan Diego que traía las más bellas rosas de un sitio donde imperaba la sequía.
Estamos en tiempos de reflexión. Pidamos al Rey de Reyes nos dé una pizca de la sabiduría que le dio al rey Salomón para lograr la paz que necesitamos.
El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.