14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

En los extremos del dolor

En el imaginario infinito uno se pregunta dónde quedaba El paraíso terrenal. La conjugación se hace en copretérito porque en la actualidad si la interrogación se hace en tiempo presente, la respuesta es negativa, mucho menos que se calcule en qué rincones íntimos anduvieron Adán y Eva.

Abunda en la multitud mental de las divagaciones si podría concebirse en el planeta algo parecido que medianamente con paraíso felizmente habitable aún con sus defectos porque la perfección no existe, salvo en aquellos remotos tiempos rotos por el pecado clasificado como mortal y venial. Venden más los mortales en los medios de comunicación noticiosos que los tienen como la materia prima del negocio para elevar “el rating”. En cuanto más se vea en el espejo la imagen del crimen, más atractiva es la tendencia de comprobarlos porque abunda el morbo, el placer inaudito de ver esas figuras. El medio se siente alentado por una industria que crece en la medida en que la oferta se desarrolle. La oferta es vender los efectos sobrevivientes del terror.

Para mayor desgracia apareció una peste que lleva al escenario de la vida a una enfermedad que va matando hasta el extremo de producir millonadas de muertos en la cotidiana fatalidad que limita las ansiedades de vivir, devaluado el tesoro incomparable de la existencia.

Víctimas en mayor grado son los frutos de la nueva generación que vienen al mundo con esa tendencia, con esa probabilidad. El privilegio de crecer sanos se convierte en un agravante. Pueden matar con la soledad, con el abandono a los menores inmigrantes o en la anarquía negra de un tiroteo, en cualquier esquina porque ese control es incapaz de ser regulado por las autoridades. Niños que son expulsados sin la compañía de sus padres debido a la restricción migratoria desde los tiempos de Donald Trump. En suma, que se hizo el sueño americano, donde están los sueños de ingresar al paraíso. La realidad es que aparecen las pesadillas como fantasmas que tienden a multiplicarse por diversos motivos que ninguno tiene el color azul. La realidad es que el mundo está convulsionado por el dolor multiplicado por tres en la aritmética literaria de Rubén Darío. El presidente Joe Biden trata de suavizar, de abrir fronteras, pero hay obstáculos que impiden esa flexibilidad. El daño ya estaba hecho. Solo queda la opción de meterse en el paraíso de la esperanza, aunque eso parezca una utopía en un mundo cuya redondez está más cuadrada que nunca, pues la anormalidad es extensiva a otros lugares del planeta sojuzgado por la intranquilidad, por la ausencia de los más elementales derechos asignados por una civilización cada vez más propicia al deterioro de la felicidad.

El autor es periodista.

Opinión Donald Trump Joe Biden
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí