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1984: los vuelos espía del SR-71

El año 1984 fue un año de alta tensión entre los Estados Unidos y Nicaragua particularmente entre el 6 y el 12 de noviembre, en lo que se llamó la “crisis de los MIG-21” que se escaló y desinfló rápidamente. Fueron los días en que casualmente el superavanzado avión espía norteamericano SR-71 conocido como el “Blackbird” o el “Pájaro Negro”, rompía sobre Managua la barrera del sonido, con aterrador estruendo.

El prestigioso diario español El País reportó el 8 de noviembre de 1984 que desde el mes de septiembre del mismo año, fuentes oficiales norteamericanas (léase CIA) informaron que un satélite espía norteamericano había avistado un carguero soviético zarpando de un puerto del Mar Negro con 12 contenedores en la cubierta similares a los que se utilizaban habitualmente para embalar los aviones de combate supersónicos MIG-21. Más tarde se comprobó que era el carguero “Bakuriani” y se dirigía a Nicaragua.

Fue el propio día de la reelección de Ronald Reagan, un 6 de noviembre de 1984 —mientras aún se contaban los votos— cuando la noticia explotó en los medios de comunicación norteamericanos: el cargamento del Bakuriani podría tratarse de los MIG-21, pero aún el avión secreto SR-71 no había podido comprobarlo porque los contenedores ya no estaban en la cubierta del barco, sino posiblemente en sus bodegas.

Así las cosas, el carguero soviético prosiguió su largo viaje a Nicaragua, mientras el SR-71 procuraba tomar fotos de alta resolución para comprobar si la carga eran los MIG-21 y el presidente Reagan, quien acababa de ser reelecto por una inmensa mayoría, advertía que no permitiría los aviones supersónicos rusos en Nicaragua y que “antes de que el primero alzara vuelo serían destruidos en tierra”.

En Nicaragua, el gobierno sandinista respondió solicitando el 9 de noviembre una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Los temores de una “inminente invasión” fueron discutidos, pero no se adoptó ninguna resolución. La crisis comenzó a desinflarse el mismo día, cuando los soviéticos declararon oficialmente que el Bakuriani no transportaba los MIG-21.

No obstante, la crisis de los MIG-21, una réplica en pequeño de la “crisis de los misiles” en Cuba 22 años antes, seguía latente mientras el SR-71 continuaba volando impunemente sobre el espacio aéreo nicaragüense, dejando a su paso un aterrador estruendo que los sandinistas interpretaron como parte de la “guerra psicológica”, aunque su misión era no solo sembrar el terror, sino desentrañar el contenido del Bakuriani a su arribo a Corinto, que dicho sea de paso, no eran los MIG-21, sino los temibles helicópteros de ataque Mi-24.

En esos días, el 12 de noviembre, yo salía del país, cuando las autoridades de Migración del aeropuerto me notificaron que no podía salir, por “órdenes superiores”, mientras el gobierno sandinista con una alerta nacional se preparaba para repeler una “inminente invasión imperialista”.

Me di cuenta entonces, que me estaba convirtiendo en un rehén pasivo, porque la censura de prensa —que ya llevaba 2 años y medio— estaba tan inflexible y frustrante para un periodista independiente, como en su primer día, el 15 de marzo de 1982.

Tras una llamada al comandante Tomás Borge y la denuncia internacional, este me autorizó la salida del país el 15 de noviembre hacia Costa Rica, donde ya tenía a mi familia. Esto ocurrió luego que la crisis de los MIG-21 comenzara a desmontarse, cuando el Departamento de Estado confirmó el 12 que los contenedores no contenían los MIG-21, no sé si por las fotos del SR-71, que continuaba rompiendo la barrera del sonido sobre Nicaragua, o por la palabra empeñada de los rusos.

Si algo diferenciaba a Nicaragua entonces de Cuba es que podías salir libremente del país, en cambio en Cuba tenías que salir en una balsa. El cruce de esa barrera mental, sumado a la agobiante censura de prensa, marcó mi punto de no retorno. Preferí entonces ser un opositor activo en el exilio, que seguir siendo un rehén pasivo de la primera dictadura sandinista.

El autor es exmiembro del Directorio de la Resistencia Nicaragüense

Opinión Estados Unidos
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