Llevo varias semanas en Estados Unidos, las más recientes en Washington. Basado en mi experiencia en “la capital del mundo”, a como mucho se refieren a ella nuestros compatriotas, comparto con ustedes un potpurrí o anécdotas de lo que está pasando en esta ciudad y sus suburbios.
FRACASO DE LA INGENIERÍA SOCIAL
Cuando llegué a EE. UU., pasé horas en la computadora tratando de matricularme en programas de vacunación contra el Covid. El proceso fue engorroso. Incluía llenar cuestionarios extensos y complicados tanto para mí como mi esposa. También visité en persona a farmacias CVS —una cadena nacional— para inscribirnos personalmente. Pero al inicio no tuve reacción alguna. Finalmente, pudimos vacunarnos en una CVS en un barrio mayoritariamente moreno en Washington. Esto porque el gobierno local quería llevarles las vacunas primero a “minorías” que no se habían vacunado: negros e hispanos. Nos atendieron muy bien y eficientemente. No había gran fila. Pero lo interesante es que ninguno de los que estábamos en fila éramos negros. Todos eran blancos que habían llegado desde barrios de clase media alta porque las farmacias en sus barrios todavía no estaban vacunando. ¡Otro ejemplo de cómo la ingeniería social, que los demócratas favorecen, suena bonito pero en la práctica no funciona!
RETORNO A UNA CUASI NORMALIDAD
A propósito del Covid, noté un creciente optimismo de que la pandemia se está venciendo y que el país está lentamente retornando a una cuasi normalidad. Por ejemplo, comienzan a darse cuellos de botella del tránsito en el periférico de Washington en las “horas pico”, y restaurantes están atrayendo cada vez más clientes, sobre todo en sus tiendas al aire libre.
Pero en el centro de Washington, las oficinas —tanto del gobierno como de las instituciones financieras, cabildeadores, abogados y otros miembros de la fauna washingtoniana— siguen cerradas o abiertas pero vacías. Siempre hay reuniones, pero suelen ser principalmente “virtuales” al igual que en Nicaragua.
MÁS VACUNAS QUE BRAZOS
Ahora estoy inundado de correos electrónicos y llamadas telefónicas invitándome a presentarme para recibir mis vacunas, fruto de las horas que pasé solicitándolas a mi llegada. ¿Será por mi apellido que claramente no es anglosajón, porque ahora abundan las vacunas, o porque hay una resistencia a vacunarse entre segmentos de la población, incluyendo incondicionales de Donald Trump y de Fox News? En todo caso, claramente hay más vacunas que brazos ahora.
LA PRÓXIMA PLAGA: LAS CHICHARRAS
Washington está en plena primavera que, por definición, es una pugna entre el frío del invierno y el calor del verano. Un día puede bajar la temperatura a cero en la noche y subir a 18 grados celsius en el día. Y el siguiente puede bajar a 15 grados en la noche y coquetear con 30 grados en el día. Washington está verde, con excepción de literalmente millones de arbustos de azalea y las flores que abundan por doquier. También abunda la gente que se queja de alergia por la cantidad de polen en el ambiente. Y hay que “pegarle” la manguera a los carros cada dos días para quitarles la acumulación del polen que los cubren.
¡Ah! Antes de que se me olvide, es gran tema de conversación en Washington la próxima plaga que afectará al área metropolitana. Me refiero a una invasión de chicharras que se da cada 17 años. Estos insectos surgen de la tierra por un mes solo para copular. Los adultos mueren después de cumplir con su deber y sus crías se entierran hasta madurar, 17 años después, para repetir el ciclo. Durante ese mes, las chicharras hacen un ruido ensordecedor mientras están en “su oficio”. Por eso son motivo de conversación y de molestia, especialmente, quizás, para los políticos que resienten su competencia.
El autor fue canciller de la República y embajador de Nicaragua en Estados Unidos.