CARTAS DE AMOR A NICARAGUA
Querida Nicaragua: Estoy recordando los días aquellos en que dos líderes liberales tuvieron la oportunidad de unirse y ganarle limpiamente a don Daniel en las elecciones de 2006. Creo que jóvenes y hombres y mujeres mayores recuerdan ese episodio histórico que nos dejó en manos del totalitarismo y la dictadura.
Entre los dos líderes liberales lograron una mayoría, casi el 60 por ciento de los votos, cantidad suficiente para ganarle a Ortega y sacarlo del juego. Este último ganó con el 38 por ciento y se quedó en el poder hasta hoy y sigue amenazando con seguir en la silla presidencial reeligiéndose continuamente.
Parecida situación está pasando con las dos importantes agrupaciones políticas: la Coalición Nacional y la Alianza Cívica. Si las dos fuerzas se unen ahora que la dictadura los ha tomado de sorpresa dejando únicamente cinco días para inscribir alianzas, si se unen y se inscriben como alianza nacional tendrían la oportunidad de conseguir la inmensa mayoría de votos en las próximas elecciones y le sería más difícil a la dictadura hacer el fraude electoral que tiene planeado. Cuando se publique la presente carta, el día martes 11, no se conoce lo que puede haber pasado. Quiera Dios que las dos fuerzas opositoras hayan podido anteponer los intereses de la patria ante sus propios intereses. Alguien dijo que muchos son los diablos y poca el agua bendita, pero no es cierto; en un buen gobierno hay lugar para todos aquellos que sean honestos y capaces. Es cuestión de escoger entre participar en una Administración honrada y patriótica o seguir soportando el yugo de una dictadura que sabe Dios cuándo terminará si la nueva clase política no se une en un solo “haz de energía ecuménica” como lo proclama nuestro Rubén Darío. Alguien dice también que hay una nueva plaga que se llama “presidentitis” que todos quieren ser presidentes y esto es lo peor porque nunca se ponen de acuerdo. Hay que reflexionar y entender que en nuestra democracia los períodos presidenciales son de cinco años, de manera que hay campo para todos, la alternabilidad en el poder permite que uno a uno lleguen los actuales contendientes a la Presidencia de la República. Hay que tener paciencia y buscar el camino honorable de la unidad. O hay unidad o seguiremos en lo mismo.
No es ningún delito aspirar a la Presidencia de la República, pero se requiere sacrificio, dialogar y saber ceder cuando hay que ceder, cuando se tiene como meta el porvenir de la patria, la libertad, la justicia, el Estado de derecho, y todas las libertades públicas. Quién sabe cuántas trampas más tiene planeada la dictadura pero hay que irlas enfrentando con patriotismo, todos unidos como un solo hombre luchando por rescatar los derechos perdidos: el derecho elemental de la movilización ciudadana, el derecho al trabajo digno, el derecho a reclamar los groseros impuestos que a la dictadura se le ocurren, el derecho a la vida, a la seguridad personal, en fin es incalculable la cantidad de beneficios que hemos perdido y que solo podemos recuperar propiciando la unidad total de las fuerzas políticas opositoras.
No se trata de conseguir cargos públicos aunque necesariamente hay que ocuparlos y desempeñarlos con honestidad, terminar con la vieja costumbre de utilizarlos como botín para caerle al erario. Lo primero es luchar por la restauración del régimen democrático. Eso es lo que nuestro país necesita y lo que todos estamos esperando. Todos somos una inmensa mayoría que los tiranos y sus secuaces no podrán con ella.
El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.