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Errores que llevan por malos caminos

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Por mucho que haya impedimentos naturales como la pandemia y disposiciones policiales que no permiten reuniones siempre hay grupos de amigos que se reúnen a conversar sobre lo que está ocurriendo en el país. Platicando con un grupo de amigos cada cual expresaba su opinión y arreglaba el país a su manera. Dicen que cada cabeza es un mundo, y es cierto, cada quien tiene su opinión inteligente o mediocre, buena o mala, cada uno se convierte en analista político. Así somos los nicas.

Decían mis amigos algunas ideas interesantes, analizaban el pasado desde el 79 para acá y expresaban lo que debía o no debía haber hecho don Daniel Ortega a través de su larga carrera. Nadie era danielista, pero todos opinaban. Comenzó bien decían algunos, los primeros días fueron esperanzadores, llenos de promesas de reparticiones de bienes a los pobres, de castigar a los somocistas, de repartir esas propiedades robadas por ellos entre tantos pobres de Nicaragua, y etc. etc. etc.

Otros decían que al principio don Daniel no era una mala persona y que las circunstancias y los malos consejos lo fueron arruinando. Otros decían que la Contra no lo dejó gobernar y que él hubiera sido un buen gobernante. Otro opinaba que la piñata los arruinó a todos cuando ganó doña Violeta; aquella repartición de mansiones, solares, fincas, negocios etc., les quitó el prestigio de haber luchado en una revolución que pudo ser muy buena para Nicaragua. No se vayan tan lejos, decía otro, el Daniel supuestamente bueno cambió radicalmente cuando empezó a gobernar desde abajo, a hacerle la vida imposible a doña Violeta, a tomarse los ministerios, a levantar barricadas en las calles todos los días, a hacerse el dueño de la policía y estorbar los planes del nuevo gobierno democrático.

Él nunca aceptó haber perdido la Presidencia y se propuso ganarla de cualquier manera. Fue candidato compitiendo con Arnoldo Alemán, le ganó Alemán; volvió a ser candidato y compitió con Bolaños y este también le ganó, hasta que en el 2006 mediante la división del PLC y el truco de Consejo Electoral de no contar el 8 por ciento de los últimos votos que no se contaron, don Daniel arrebató la Presidencia, ahora con el propósito de eternizarse en ella. Había nombrado candidata a vicepresidenta a doña Rosario Murillo, su esposa, y ambos comenzaron a enseñar las uñas en su nuevo gobierno. No querían ver nada que hubieran hecho los gobiernos anteriores. Por eso en los primeros días destruyeron la bellísima fuente luminosa y musical en la Plaza de la República, que había construido el arquitecto Lorenzo Guerrero en el gobierno de Alemán. Se disgustaron con su gran amigo y compañero Dionisio Marenco que ocupaba la Alcaldía de Managua. Luego mandaron a destruir la monumental Concha Acústica que el gobierno de Taiwán había obsequiado mediante la gestión alcaldicia de Herty Lewites, y comenzaron a hacer de las suyas.

Lo que le hizo más daño a don Daniel fue su compadrazgo con Chávez. Este le enviaba, se dice popularmente, unos cuantos millones de dólares al año, aseguran que más de un millón de dólares diarios. Y estos envíos fueron por cinco años. Este dinero no entró al Ministerio de Hacienda, lo recibió don Daniel sin darle cuentas a nadie. Esto parece un éxito, pero no lo es. Estos son errores que llevan a malos caminos. Hoy está nadando en dinero que no puede disfrutar y queriendo ser presidente vitalicio sin contar con el apoyo de su pueblo.

El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

Opinión Arnoldo Alemán Daniel Ortega pandemia
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