La imagen de la Sangre de Cristo tiene severos daños y hay muchas piezas que se deben de reconstruir, dictaminaron especialistas de Guatemala, según informó el cardenal Leopoldo Brenes.
Brenes indicó que tras conversaciones con el arzobispado de Guatemala, se enviaron fotos y videos de la imagen dañada y la opinión de los expertos es que “ellos miraban que estaba un poquito destruida y que muchas piezas había que hacerlas”.
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La imagen resultó dañada el 31 de julio de 2020 durante un incendio cuyo origen causó revuelo al denunciarse un atentado contra la Iglesia católica a través del daño a este sagrada imagen, aunque la Policía dijo en su momento que fue producto de una combustión espontánea por los vapores dentro de la capilla, pero testigos aseguraron que momentos antes de la explosión un desconocido había lanzado una bomba molotov en el interior del lugar.
Comunicación con Gobierno de Nicaragua
El cardenal Brenes indicó que en Guatemala ya hay un taller dispuesto a restaurar la imagen de la Sangre de Cristo, el cual es administrado por el gobierno guatemalteco, pero para la reparación antes deberá haber una comunicación con el Gobierno de Nicaragua.
“En Guatemala (en el arzobispado) parece que hay un contacto con un taller por parte del gobierno (guatemalteco), de parte del arzobispado se pusieron de acuerdo con ellos. Claro que tienen que contactar con el gobierno de aquí, pero (la coordinación) es de arzobispado a arzobispado por el momento”, expresó Brenes.
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El cardenal agregó que los especialistas guatemaltecos deben venir primero a Nicaragua a examinar la imagen y luego ellos valorarán si la restauran en Nicaragua o si se la llevan a Guatemala.
“El problema es que no hay vuelos directos. Ese ha sido el atraso, pero en cuanto haya oportunidad vendrán para examinarla bien y darnos su opinión”, comentó Brenes.
La imagen tiene 382 años de estar en Nicaragua, desde que en 1638 llegó procedente de Guatemala y la instalaron en un templo llamado Veracruz, ubicado donde hoy está el obelisco dedicado a Darío, detrás del teatro, cuando Managua “no llegaba ni a pueblo” y solo servía como tránsito entre León y Granada, según escribió el religioso Bosco Rodríguez.