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O cambiamos o todo se repite

A 200 años de vida independiente, los nicaragüenses tenemos el trofeo de ser el segundo país más pobre de América. Somos campeones en hacer lo importante mal.

El sacerdote Silvio Báez mencionó: “Nicaragua necesita una transformación de sistema social y político de raíz, hay un problema ético moral, hay una ausencia de valores profundos que están hiriendo el corazón de la sociedad y esto ha llevado también a una gran ausencia de liderazgo… no hay en este momento líderes confiables que puedan dirigir un proceso de transformación… hay que poner la dignidad de los seres humanos en primer lugar… la sociedad está enferma…”.

A inicios del siglo pasado, José Ortega y Gasset escribió, haciendo diagnóstico para la España subdesarrollada de su época: “La raíz de la descomposición está, como es lógico, en el alma misma de nuestro pueblo, peor que tener una enfermedad es ser enfermedad”. Es nuestro origen.

Todos debemos cambiar, la Iglesia católica tiene que permitir la igualdad de género, que las mujeres celebren misa, esto sería un aporte al cambio. Discriminar es imperfección humana, es ignorancia y ego que estropea el potencial humano; la bondad, Dios no discrimina. Donde se toman decisiones importantes siempre debe oírse la opinión de las mujeres.

Para contribuir a nuestra sociedad, me he dedicado difundir la educación mindfulness; combinación de una sabiduría antigua y la ciencia moderna. Es una educación que tiene cuatro décadas de estarse enseñando en Occidente y gracias a los avances de la neurociencia, los beneficios comprobados que aporta al bienestar, salud y convivencia humana se han difundido de manera inimaginable.

Las enseñanzas de mindfulness están dirigidas a educar la mente. Mindfulness es el cimiento de la educación llamada inteligencia emocional e inteligencia social, de la última totalmente carecemos y urgentemente necesitamos.

Actualmente no existe centro académico ni institución médica de renombre mundial que no esté enseñando mindfulness. En 2015, el Parlamento británico legisló para que mindfulness se implemente en Reino Unido, en cuatro ámbitos de la política pública: la salud, la educación, el trabajo y la justicia penal. En 2017, México reformó su ley educativa para enseñarla en primaria y secundaria; gran ejemplo para la academia latinoamericana. En la reciente, V Conferencia Internacional del Vaticano: “Explorando mente, cuerpo y alma”, participaron doce prominentes neurocientíficos en mindfulness.

Si deseamos saber qué tan ético es un ser humano o sociedad, observemos bien cómo trata a sus inferiores, no a sus iguales. El peor remedio es un mal diagnóstico.

El miembro más inferior en nuestra sociedad es la empleada doméstica, quien no logró obtener una profesión y trabajo, tiene que dejar su hogar e hijos y trasladarse a vivir a hogar ajeno para obtener un salario que permita alimentar a su familia, pero nunca para hacer patrimonio.

Ellas tienen horarios de trabajo que exceden las ocho horas, nuestro código laboral estipula doce horas de descanso, el resto es la jornada. La mayoría no le pagan horas extras, las casas tienen cuarto para empleadas, son esclavas modernas. Pero los patrones van a misa a pedir favores a Dios, no funciona así. Mindfulness nos enseña la interdependencia, el bienestar de ellas está íntimamente, ¿científicamente?, relacionado al nuestro. El trato es: igual que yo, aplicando empatía y entendiendo los beneficios de la compasión. Educándonos llegamos a entender los beneficios de la inteligencia social, cimientos de la democracia, última que no hemos entendido. La solución es interna, no externa.

Si deseamos una guía ética para el bienestar, podemos buscarla en cualquier parte y posiblemente nos decepcionaremos, pero si queremos conocer la verdad sobre la realidad y ser éticos, la ciencia la indica: Mindfulness. Si hubiera una forma mejor, la ciencia la recomendaría.

Mindfulness es un sistema ético-moral, cual imperiosamente necesitamos, está ocurriendo una revolución sin precedentes en la educación mundial, como tiene respaldo científico tenemos que enseñarla a los jóvenes, es obligación moral y afortunadamente en un futuro cercano será nuestra nueva escuela y educación.

El autor es fundador del Instituto Nicaragüense de Mindfulness.
www.facebook.com/AlfredoGonzalezH

Opinión Nicaragua Silvio Báez
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