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El coleccionista de secuestrados

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Ideologías

Una de las más grandes derrotas de la oposición, y victoria de Daniel Ortega, es querer vestir a la dictadura con algún ropaje ideológico. ¡No lo tiene! Es como querer colocar en el espectro ideológico a la Mara Salvatrucha o la mafia de Al Capone. No se trata de que si la izquierda es peor y la derecha mejor, o viceversa. Ese es un debate legítimo que, sin embargo, quita el foco a la crisis en Nicaragua. Se trata de ver al régimen nicaragüense como lo que es: una organización criminal que tiene secuestrado a un país entero.

Coleccionista

Daniel Ortega colecciona presos políticos con la fruición que lo hace un niño con billetes de Monopolio. Son sus monedas. Los ve como una inversión. Desde su retorcida forma de ver el mundo, tiene ahí billetes de varias denominaciones, y espera que con el paso del tiempo valgan cada vez más.

Pablo Escobar

¿Se acuerdan cuando en 1990 Pablo Escobar ejecutó una ola de secuestros con personalidades de todo tipo en Colombia? Un día mandó a sus sicarios a secuestrar a familiares de altos funcionarios públicos, periodistas, publicistas y empresarios, entre otros. Los colocó en casas de seguridad que funcionaban como cárceles. Eran monedas de cambio. Buscaba, y lo consiguió, anular un proyecto de tratado de extradición. Así mismo hace Ortega. Es un coleccionista de secuestrados políticos que espera su momento de mayor rentabilidad para negociar.

Amigotes

Cuando algunos de sus vergonzantes amigotes de la izquierda latinoamericana le han propuesto una negociación, hasta se ofende. Le parece un trato injusto. Han costado demasiado para que los cambie por tan pequeña cosa. Le pasó con López Obrador, de México; con Fernández, de Argentina; y ahora con Petro, de Colombia. Todavía, dice, no es tiempo de cambiar sus billetes.

Demanda y oferta

Ortega considera que la crueldad contra los presos políticos los valoriza como moneda de cambio. Ley de la demanda y oferta. Entre más demanda haya para su liberación, más se estará dispuesto a pagar por ellos, piensa. ¿Cuánto vale un obispo? ¿Cuánto dan por un sacerdote? ¿Por un candidato? Y no es difícil imaginárselo, en el sillón de su cuarto en El Carmen, quejándose con Rosario Murillo de lo deprimido que está el mercado de los secuestros. Ya no pagan como en aquellos tiempos de Pablo Escobar, dirá amargamente.

Criminal

Hago esta gráfica que parece caricatura, porque mal hacemos cuando le queremos dar un sustento político al comportamiento criminal que ha mostrado. He visto a gente que se dice de izquierda, decir que Ortega es de derecha, y al revés aún más: gente que se dice de derecha diciendo que Ortega es de izquierda. Buscan endilgarle a la corriente política que adversan, un tipo de esta calaña con la intención de descalificarla. Pero al hacerlo, de alguna manera dignifican el comportamiento de Ortega que no es político ni ideológico, sino criminal. Solamente criminal.

Debate

Lo que hay en Nicaragua es un enfrentamiento a muerte entre las libertades y los abusos, entre el derecho a ser ciudadanos y ser secuestrados de una mafia, entre la república que tantos queremos y el territorio que Ortega considera que se ganó y por ello tiene derecho a hacer con él lo que le dé la gana. El debate político es importante, pero la prioridad ahora debería ser salir de este secuestro, que ya ha costado más de 300 muertos y miles de rehenes. Y para ensañarse en una víctima a Daniel Ortega poco le importa que se diga que es de derecha o es de izquierda.

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