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Nuevos partidos contra el “fascio” comunismo

Salir del  “fascio” comunismo latinoamericano y sus narco dictadores  no ha sido fácil, y no lo será.  Y aunque cada vez quedan menos dudas que la alternativa real es la lucha armada, por muchas causas no es viable por ahora, quedando únicamente la electoral justo después de sacarlos del poder y que se creen juntas de gobierno de transición, que a su vez nombre a nuevos tribunales electorales que convoquen a elecciones transparentes, libres, con observación internacional, en donde el cambio lo impongan nuevos partidos políticos que tomen distancia del tradicionalismo y el caudillismo imperantes.

Hasta ahí el mensaje suena bien, pero la pregunta es  ¿de dónde y quiénes van a crear esas nuevas organizaciones partidarias?

Algunos gratos culpables de esta iniciativa de nuevos partidos políticos (de derecha evidentemente), vienen a ser, por ejemplo, la política opositora antichavista venezolana María Corina Machado, quien ha fundado el partido Vente Venezuela, y los miembros del Foro Liberal de América Latina el cual lo conforman partidos recientes de México a Chile, relativamente nuevos, que promueven reformas para  un gobierno limitado, lo cual choca con el tradicionalismo feudal político y la burocracia cerebral no exenta de querer implementar reformas profundas, aunque su existencia avizora éxitos. 

María Corina considera que se deben crear nuevos partidos en el contexto actual de narcodictaduras, en las diversas diásporas que rondan por los cinco continentes en liga con estructuras internas en cada país de origen, abordando en este análisis la región latinoamericana, en los casos concretos de Cuba, Nicaragua, Bolivia, ahora Colombia, Chile, Honduras, Perú. Y Venezuela.

Ella es del criterio que pueden crearse sin ninguna legalización jurídica, pues de hacerlo legitimaría a los tribunales electorales en los  países con dictaduras, controlados por el “fascio” comunismo, pero que desde ahora deben  hay que trabajar con una agenda política presta a convertirse en una reserva electoral que defienda la democracia ante las nuevas amenazas que vendrán en las próximas transiciones. 

Esto es muy importante, ya que además en torno a estas nuevas fuerzas se irán creando puentes de unidad entre sectores democráticos hoy dispersos.

Por otra parte, partidos como Devolución de Perú, cuyo presidente José Luis Tapia y su equipo de trabajo están sentando valiosos precedentes hacia una nueva cultura política, empieza a tener incidencia en la opinión pública partiendo del propio nombre de su organización, y apegados a la doctrina

del liberalismo conservador clásico, siendo todos ellos acuerpados por el ya citado Foro Liberal de América Latina, impulsores estos de las 5 reformas para gobiernos limitados.

         Una de las causas de tanto desorden en la dispersión de fuerzas de las distintas diásporas, sobre todo en Estados Unidos, Costa Rica, Panamá o España, donde viven exiliados muchos venezolanos, colombianos y nicaragüenses, es que sus dirigentes se han dedicado a crear organizaciones de la Sociedad Civil, fundaciones y movimientos cívicos que protestan frente a los consulados y emiten constantemente pronunciamientos contra Maduro y Ortega. Pero, con el debido respeto que esas instancias se merecen y que a diario enfrentan el acoso dictatorial, el temor a sus familiares en sus países de origen y la chivatería  de los infiltrados (sapos), estas no votarán a las dictaduras. Ese ha sido y sigue siendo una de las debilidades en esta lucha, la cual es necesaria, pero debe ir acompañada de una agenda política partidaria. Mientras tanto, la situación no prosperará.

Estas circunstancias me recuerdan al apóstol cubano Jose Martí, quien hace más de cien años vivió en Nueva York aspectos similares a los de la actualidad, librando la lucha por la independencia de Cuba. Él, en medio de tantas voces disonantes y patrióticas, se dio cuenta que la unidad era difícil de darse, entonces creó su partido político, el Revolucionario Cubano y se fue a Cuba, lográndose  la independencia.

Salir de las narco dictaduras del Socialismo del Siglo XXI, ese disparate chavista que ni el propio Fidel Castro abrazó, no está siendo fácil, pero no estructurar desde ahora una agenda política contra estas, prolongará más la difícil situación contra el “fascio” comunismo

El autor es poeta y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista Internacional y fundador del Foro de Miami.

Opinión América Latina diáspora dictadura
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