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El puente de Londres ha caído

“El puente de Londres ha caído”, esta fue la consigna que el secretario privado de la reina Isabel II del Reino Unido, transmitió a las autoridades correspondientes el mensaje en clave que la soberana había muerto, según un plan diseñado por la propia monarca para el día que se produjese su fallecimiento, desde hacía mucho tiempo atrás. Isabel II murió el 8 de septiembre de este mes y año en su castillo de Balmoral, a los 96 años, en el norte de Escocia, su residencia de verano durante toda su vida.

Reinó constitucionalmente durante 70 años, siendo su reinado el más largo de la historia del Reino Unido intachable y lleno de honestidad, transparencia y estabilidad y ejemplo a su pueblo. Nombró a 15 primeros ministros, empezando por Winston Churchill a la muerte de su padre el rey Jorge VI, que reinó debido a la abdicación de su hermano el también rey Eduardo VIII, quien renunció al trono para casarse con la norteamericana Wallis Simpson, que era católica y no podía ser reina.

Como decía al comienzo de este párrafo, su primer nombramiento fue el político Winston Churchill, que se puede decir fue su preceptor y quien le enseñó los entresijos del sistema político del Reino Unido, nombramiento que se hacía conforme manda la Constitución del Reino Unido que fija que el nombramiento recae en el jefe del partido que gana las elecciones. Es decir, la reina en su caso siguió escrupulosamente lo mandado por la ley y así durante sus 70 años de reinado nombró hasta 15 primeros ministros siendo la última la actual primera ministra, la conservadora Liz Truss, que sucedió a Boris Johnson.

Su reinado comenzó en el año 1952, a los 26 años, siendo no solo la soberana del Reino Unido de la Gran Bretaña compuesta principalmente por Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte y Escocia, sino también de otros 14 estados independientes que forman la  Mancomunidad de Naciones, bajo el principio de que el rey/reina, reinan pero no gobiernan que es conocida por su término en inglés de British  Commomwealth of Nations, en principio compuesta por 54 países soberanos, independientes y semindependientes, entre los que están entre otros, Australia, Nueva Zelandia, Canadá, las Bahamas y otros países del Caribe, en lo que el nuevo rey Carlos III, del que luego hablaremos es un jefe de Estado simbólico puesto que el verdadero poder reside en los primeros ministros de esos Estados.

Como decía al principio de esta columna, los funerales de Isabel II fueron diseñados al milímetro por la propia reina, desde el comienzo hasta el final de los 10 días que se fueron sucediendo con esa exactitud británica que todos conocemos, y murió rodeada de sus hijos el ya rey Carlos III, la princesa Ana, Andrés y Eduardo, y de sus nietos los hijos del rey, el ya príncipe de Gales Guillermo y su hermano el duque de Sussex Harry, Peter Phillips, la princesa Eugenia, James, Beatriz, Lady Louise Windsor y Zara Tindall.

Una vez producido el deceso, conforme el calendario al que nos hemos referido la reina fue velada durante 2 días en el castillo de Balmoral y al tercer día fue trasladada —en un recorrido que tardó seis horas y durante el mismo estuvo presenciado por miles de escoceses en señal de respeto—, a Edimburgo, donde estuvo en el palacio de Holyrood, residencia de la monarca en la capital escocesa y de allí fue trasladado el cadáver de la soberana a la Catedral de Saint Giles donde se efectuó el primer oficio fúnebre de acuerdo con las normas de la religión anglicana de la que era cabeza la propia reina y ahora el rey Carlos III, que fue declarado inmediatamente rey del Reino Unido, siguiendo en principio de que a rey muerto rey puesto, con lo que no se produce un vacío en la jefatura de Estado.

Desde Escocia fue trasladada a Londres en avión, donde se veló durante dos días en el palacio de Buckingham, residencia oficial de los reyes, y fue nuevamente velada por la familia real en estricta intimidad, donde ya Londres pudo ver dicho traslado de los restos mortales desde el aeropuerto hasta el citado palacio. Una vez cumplidos los dos días de su estancia en el palacio, fue trasladada nuevamente al palacio de Westminster, sede la Cámara de los Comunes y de la Cámara de los Lores, donde se abrió al público durante cuatro días, para que su pueblo le rindiese su homenaje de despedida a su querida reina, donde pasaron más de 750,000 londinenses que aguantaron filas de 10 horas para ver y rendir sus muestras de respeto y cariño al catafalco con los restos mortales de Isabel II y transmitida al mundo por las grandes cadenas de televisión lo que se calcula en miles de millones.

Cuando escribía estas líneas se estaba produciendo el viaje del cadáver de la reina Isabel II a la Abadía de Westminster, donde se verificaron los oficios religiosos finales por el arzobispo de Canterbury, máxima autoridad religiosa después del rey Carlos III, con categoría de funerales de Estado a quien representó la jefatura durante 70 años con exquisita obediencia a la Constitución y sin incidentes de importancia que resaltar.

Otra cosa ha sido los problemas familiares por los que ha tenido que pasar la reina Isabel II, como los divorcios de sus hijos, especialmente el del entonces príncipe de Gales con lady Diana Spencer, por las infidelidades del entonces príncipe con la hoy reina consorte Camila Parker Bowles. Esto causó un gran revuelo a nivel mundial, por la popularidad de Diana, madre de su dos hijos Guillermo y Harris, y que coincidió con lo que la reina llamo su annus horribilis en 1992, en el que se produjo también el incendio de parte del castillo de Windsor; antes el problema de la princesa Ana y el asunto del príncipe Andrés por sus relaciones con una niña menor de edad en EE. UU., por el que tuvo que pagar varios millones para que su hijo no fuese juzgado por la justicia estadounidense; la separación de la familia real de su nieto Harris y su traslado a vivir a Norteamérica. Además en esos años se produjo el Brexit, que significó la separación del Reino Unido de la Unión Europea.

Lo que sí está plenamente establecido es que la reina Isabel II fue amada por su pueblo como ha quedado de manifiesto en los distintos actos realizados en su honor y despedida. También se ha puesto de manifiesto la importancia de su figura internacional con la asistencia de más de 500 reyes y reinas de monarquías europeas, presidentes y primeros ministros de distintos países del mundo, entre los que cabe mencionar al presidente Biden, los monarcas de los países nórdicos, los emperadores de Japón, los jefes de Estado de toda Europa occidental y presidentes de otras naciones. Para ello Londres fue sido completamente blindada con tan importante asistencia de tanto personaje ilustre.

Adiós a una Reina que ha sabido serlo y merecer los fastos de esta despedida majestuosa.

El autor es abogado.

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