Doctora Samar Yorde
La ansiedad es una emoción subjetiva de aprehensión, miedo o expectativa temerosa, que va desde una preocupación excesiva por el presente o el futuro, hasta sentimientos de terror.
Es una señal de alerta que te advierte sobre un peligro inminente y te permite adoptar las medidas necesarias para enfrentarte a una amenaza. Pero generalmente tal amenaza no existe en la realidad, es nuestra mente perversa la que crea situaciones imaginarias e hipotéticas que nos hacen sentir miedo o ansiedad.
Si padeces de ansiedad, podrías sentir cualquiera de las siguientes señales de alerta: aumenta tu deseo de consumir a cada rato carbohidratos malos o de alto índice glucémico. Te vuelves demasiado impulsivo o distraído. Te sientes “acelerado” todo el tiempo. Te sudan las manos, tienes el ritmo cardiaco y respiración acelerada. Sientes náuseas, dolor de cabeza o de estómago frecuente. Sientes opresión en el pecho, mareos y otras sensaciones que te angustian. Tienes problemas para quedarte dormido o duermes más de lo normal.
Con la ansiedad y el estrés también se desarrolla otro fenómeno: el aumento de peso.
Cuando estamos sometidos a altos niveles de estrés y ansiedad nos creamos una necesidad de comer algo a cada rato, pues nuestro cuerpo está tratando de aumentar los niveles de serotonina cerebral (hormona del bienestar). Y para satisfacer nuestro paladar, siempre buscamos como primera opción los carbohidratos malos (de mayor índice glucémico). Entonces, te encontrarás consumiendo grandes cantidades de “energía” que no vas a utilizar para nada y, por lo tanto, se almacenarán totalmente en tu tejido graso.
Al consumir carbohidratos malos (azúcares y harinas) en exceso, tu páncreas estará liberando grandes cantidades de insulina, una hormona que te hará sentir más hambre y aumentará los mecanismos para convertir todo lo que comas en grasa, entre otros daños que puede ocasionar a tu salud.
Además de esto, el estrés aumenta la producción de cortisol, una hormona que el organismo fabrica ante situaciones de emergencia para ayudarnos a enfrentar una situación crítica o de alarma.
Pero cuando el estrés es prolongado, se disparan en el organismo los niveles de cortisol todo el tiempo, y eso trae diversas consecuencias nocivas, tales como: aumento de tu grasa abdominal, aumento de tu apetito, deterioro de tu rendimiento cognitivo, aumento de tu glucemia (o azúcar) en la sangre, resistencia a la insulina, disminución de la densidad ósea (osteoporosis), destrucción del tejido muscular (sarcopenia), aumento de la presión arterial, aumento de la susceptibilidad a infecciones y otras graves consecuencias para la salud.
Además, cuando tienes estrés lo que menos quieres es hacer ejercicios, porque pierdes la disposición y no “tienes tiempo”, la mejor excusa que se ha inventado. Es por eso que dejas de quemar calorías extras y te refugias en la cama o sofá, lo que contribuye a la ganancia de peso corporal.
¿Qué hacer si te sientes ansioso?
La clave para resolver la ansiedad es actuar inmediatamente. Consulta a tu médico de confianza para recibir el tratamiento adecuado. No te automediques y consulta con un psicólogo o terapeuta para hablar de tus miedos y problemas.
Prueba también diversas técnicas para mejorar el estado emocional, como la respiración, relajación, yoga o meditación. Cuida tu cuerpo y come alimentos saludables. Cuida también tu cabello, manos y pies. Hazte un masaje relajante o cambia de look.
Haz ejercicio de moderada intensidad cada día durante una hora. Tiene un efecto calmante y relajante.
Busca actividades que te relajen, como ir a la playa o piscina, iniciar un nuevo proyecto, reunirte con amigos, planificar un viaje o practicar algún hobby.
Escribe todo lo que te angustie. Debes sacarlo de tu mente al papel y diseñar un plan de acción para resolver cada situación que te genera angustia.
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