Tomatoya, una de las zonas con más auge en la siembra de hortalizas, granos básicos y tubérculos en Jinotega, se vio afectada por las lluvias recientes que dañaron la cosecha de varios agricultores, causándoles pérdidas de sus cultivos, sobre todo frijoles, maíz y tomate.
Según varios lugareños, las lluvias inundaron los terrenos que estaban cultivados de tomates, brócoli y remolacha, cercanos a los ríos y lagunas.
La cosecha más afectada fue la de un terreno de siete manzanas donde había una plantación de tomates. Según el agricultor Cristóbal Gómez, hubo pérdidas de aproximadamente 870 cajillas de tomates porque el agua inundó casi totalmente las plantas, por lo que los frutos se pudrieron.
Gómez explicó que las grandes cantidades de agua que recibieron picaron la cáscara del tomate, por lo que algunos se pudrieron desde la parte interior.
No se conocen las cifras exactas de las pérdidas de plantaciones de remolacha, tomate, chiltoma, brócoli y frijoles. Los productores explicaron que algunas verduras podridas las dejaron en el terreno para que sirvan de abono para las nuevas plantaciones.
TIENEN VIVERO
El agricultor Pablo Herrera comentó que perdió diez mil córdobas luego de que las lluvias arruinaran sus cosechas de brócoli, apio y coliflor a causa de la inundación por la crecida del río Jigüina. Herrera, miembro de la Cooperativa Tomatoya, explicó que espera recuperarse con la cosecha de lechuga que inseminaron en el invernadero de la zona.
En esta cooperativa compuesta por 43 socios y cinco trabajadores, se siembra una gran variedad de plantas y se abastece a los agricultores. En Tomatoya esta cooperativa tiene tres viveros donde crecen las semillas que llevan buena parte de los productores de la zona.
“Las lluvias aquí fueron fuertes, cuando percatamos ya estaban inundados los terrenos, aquí varios de nosotros nos quedamos amén con la última cosecha, allá adelante se perdió un tomatal que hasta a las vacas les dieron”, comentó Herrera.
El agricultor Raúl Mayorga explicó que en las zonas lejanas a los ríos lo que se ha hecho es apalear y desyerbar para oxigenar la tierra y secarla un poco. Los terrenos que son más afectados son los cercanos al río Jigüina y los menos afectados son los que están en las faldas de los cerros cercanos a Saraguasca.
Mayorga comentó que en el caso de la lechuga los tratos son más delicados porque mucha humedad o agua las hace propensas a hongos e insectos, sin embargo si el sol está muy fuerte también las seca. “Siempre se dan sus pérdidas en todos los terrenos, pero nosotros procuramos andar pendientes para que no se empocen las aguas en las lechugas”, dijo.
Ver en la versión impresa las páginas: 8 A