Sentada sobre una silla improvisada, Flor de María Obando Romero talla con una cuchilla un pequeño trozo de madera de balso. La idea es hacer un murciélago diminuto que luego colgará boca abajo en otra pieza de artesanía. Rodeada de sus cuatro hijos y especialmente de sus nietos, a sus 47 años de edad, Obando pasa la vida en una casa de madera en la isla Mancarrón, ubicada en el archipiélago de Solentiname, que está en el lago Cocibolca, cerca de San Carlos, Río San Juan.
La familia de Obando, como muchas en la isla Mancarrón, es artesana. Ahora mismo viven casi en estado de hacinamiento. Pero no es por falta de recursos para construir otra vivienda. Lo que ocurre es que la tierra donde viven se encuentra bajo un embargo, por un conflicto que existe entre el dueño de esas propiedades, el poeta Ernesto Cardenal y una exsecretaria de él, Nubia del Socorro Arcia Mayorga.
Hace poco uno de sus hijos llegó donde Obando a decirle que si le daba dónde construir una casa, pero no se pudo. Nubia Arcia no los dejó hacer la vivienda. Entonces ella, sus dos hijos y dos hijas, junto con sus parejas y los nietos tienen que vivir en la misma casa.
El poeta Ernesto Cardenal llegó a la isla Mancarrón en 1966, cuando le compró casi 150 manzanas de tierra a Julio Centeno Santos, padre del exfiscal Julio Centeno Gómez. La escritura de compraventa dice que Cardenal pagó 20 mil córdobas de esa época por las tierras, que cuando fueron medidas resultaron ser solamente 80 manzanas de tierra, ya que inicialmente se había contado también espacio ocupado por el agua. Por esas tierras Cardenal también se comprometió a seguir pagando lo que quedaba de una deuda de 10,200 córdobas que Centeno Santos tenía con el Banco Nacional de Nicaragua.
La isla Mancarrón es la más grande del archipiélago de Solentiname. Hay varias personas que tienen propiedades en la isla, pero el conflicto está solamente en 40 manzanas de tierra en las que está la iglesia histórica que construyeron los primeros mestizos y que fue remodelada por el padre Cardenal, el hotel Mancarrón, las casas donadas y otras edificaciones. Según el poblador Jaime Ortega, Mancarrón es una palabra en náhuatl que significa “palmeras con espinas”.
El padre fundó allí una comunidad contemplativa que fue descontinuada debido a la insurrección contra la dictadura de los Somoza y luego también por la revolución sandinista de los años ochenta. Sin embargo, surgió una asociación, dirigida siempre por Cardenal, que consiguió donaciones y en los terrenos del sacerdote se construyeron casas que fueron donadas a las familias que vivían en Mancarrón.
El problema, explica Alfonso Arana, de 61 años de edad y esposo de Flor de María Obando, es que las tierras donde están las casas que fueron donadas a los pobladores no fueron desmembradas y siempre aparecen como propiedad de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (APDS), cuyo presidente es Ernesto Cardenal.
NO PUEDEN LEGALIZAR SUS CASAS
Reynaldo Ugarte Romero es el dueño de la pulpería más surtida que hay en Mancarrón. Él nació allí pero no es beneficiario de las donaciones de casas que hizo la APDS, sino que en 1995 le compró en 4,500 córdobas el derecho de posesión a un beneficiario, Carlos Obando, quien trabajaba en un taller de muebles de la asociación. El negocio quebró y Obando se tuvo que ir a buscar trabajo fuera de la isla.
Ugarte recuerda que tuvo que vender tres toros para reunir los 4,500 córdobas. Ahora se encuentra con que no puede legalizar su casa por el conflicto legal entre el poeta Cardenal y Nubia Arcia. Y esa es la situación de casi 30 familias que están con incertidumbre sobre sus hogares, “en el aire”.
“Ellos (Cardenal y Arcia) irán a resolver el problema con el tiempo. Esperemos que se pongan de acuerdo. Antes eran uña y carne. Comían en la misma mesa. Ahora hay un embargo por unos tratados (de Arcia) con Cardenal. El poeta no nos va a correr y Nubia no creo tampoco. Son cosas personales, aunque para mí el poeta es el dueño (de las tierras)”, dice Ugarte.
Además de que las familias de Mancarrón no pueden legalizar sus tierras, tampoco pueden construir más casas, porque Nubia Arcia les manda a decir que no lo pueden hacer mientras no se resuelva el embargo.
María Concepción Rosales Ojeda, de 63 años de edad y con 48 de vivir en Solentiname, explica que cuando quiso construir “otro pedacito” de casa Nubia Arcia le mandó a decir que mejor no lo hiciera porque lo iba a perder. Rosales se puso nerviosa porque había personas enviadas por Nubia que le tomaban fotos y le decían que la iban a “sacar de la casa”.
EL CONFLICTO
Cuando Ernesto Cardenal llegó a Mancarrón comenzó a formar espiritualmente a un grupo de jóvenes, entre los que destacaba Alejandro Guevara Silva, quien llegó a ser la mano derecha del poeta y sacerdote.
Junto con los demás jóvenes de la comunidad, alentados por el padre Cardenal, Alejandro Guevara se unió a la guerrilla del FSLN y el grupo fue el que atacó el cuartel de la Guardia en San Carlos en 1977, acto en el que perdieron la vida un hermano de Alejandro, Donald, y Elvis Chavarría.
Luego del triunfo de la revolución sandinista, Alejandro se convertiría en un destacado miembro del FSLN. Y en Mancarrón era el presidente de la APDS. Como tal administraba todos los bienes de la asociación, incluyendo una escuela para campesinos que, para recaudar fondos para la comunidad, en 1991 se iba a convertir en un hotel con 15 habitaciones y otras mejoras.
Alejandro Guevara murió el 12 de junio de 1993, en un accidente de tránsito.
La esposa de Alejandro era Nubia Arcia. Ella es originaria de San Carlos y llegó a Mancarrón como maestra de primaria. Allí se enamoró de Alejandro. Al quedar viuda y con hijos, según el poeta Cardenal, para ayudarla le donó 40 manzanas de tierra y además le permitió que administrara el hotel Mancarrón, para lo cual firmaron un contrato. Pero el poeta señala que Arcia y su nuevo esposo, un alemán de nombre Inmanuel Zerger, ahora se quieren apropiar del hotel.
LA PRENSA visitó el hotel Mancarrón, en Solentiname, pero Nubia Arcia no quiso salir para atender al equipo periodístico. Quien sí salió fue un hijo de ella con Alejandro, de nombre Julio Ernesto, quien explicó que la familia había decidido no hablar con los medios sobre el asunto.
Ante medios afines al orteguismo Nubia Arcia ha explicado que el hotel Mancarrón es un proyecto iniciado por ella y Alejandro Guevara. “El hotel existe no porque Ernesto Cardenal lo haya hecho, sino porque fue un proyecto que hicimos Alejandro Guevara y yo en 1991 y partir de que mi marido muere empieza una guerra contra mi persona y contra mis hijos”, señaló Arcia en el portal digital Pueblo Presidente, en el año 2008.
Recientemente la Justicia nicaragüense notificó a Ernesto Cardenal que le tiene que pagar más de 17.2 millones de córdobas a Arcia en concepto de indemnización. El caso está en apelación. Y Arcia, en un Juzgado de Tipitapa, hizo que se levantara un embargo contra algunos bienes de la APDS, entre ellos las tierras en las que están construidas las casas de los pobladores de Mancarrón.
Bosco Centeno, otro de los discípulos de Cardenal en Solentiname, explicó que el propio Alejandro Guevara, en vida, firmó documentos en los que hacía constar que los bienes que administraba no eran de él, sino de la asociación.
OPINIÓN DIVIDIDA
En la isla Mancarrón los pobladores están cansados del conflicto entre Arcia y el poeta Cardenal y no se explican cómo las autoridades judiciales o del Gobierno no han podido resolverlos. La mayoría de ellos apoyan al poeta Cardenal y lo reconocen como el dueño de las tierras, aunque algunos advierten que desconocen los tratos que haya habido entre las partes del conflicto. Otros dicen que no se meten en problemas entre personas particulares y unos pocos apoyan a Nubia Arcia.
Juana Elena Ocampos Aguilar tiene 73 años de edad y 43 viviendo en Mancarrón. Cuenta que el poeta Cardenal llegó a la isla a ayudar a los pobladores. “Todos los de este pueblo estamos por él”, dice Ocampos, quien relata cómo gracias al padre Cardenal los pobladores aprendieron a hacer artesanías y vivir de eso.
Melania del Carmen Villagra Jirón, de 40 años, cuenta que cuando estaba vivo Alejandro Guevara él habló con el padre Cardenal para que se donaran las casas a la población, pero ahora la viuda de Guevara, Nubia Arcia, los amenaza y les manda a decir que las casas no son de ellos.
“(En diciembre pasado) Nubia celebró la Purísima. El Gobierno la ayudó y dio canastas y chicha y nos habló de paz, reconciliación. Dijo que Rosario Murillo y el Comandante mandaron ese mensaje, de querernos entre nosotros. Pensamos que se había acabado el problema. Pero no. Si ella gana (el proceso judicial), va a dejar en sus casas solo a los que le caigan bien”, relató Villagra Jirón.
Las personas que están en contra del poeta Cardenal y la APDS alegan que han sido víctimas de decisiones arbitrarias, especialmente con la adjudicación de las casas. “Cardenal y Esperanza Guevara hacen lo que quieren. Ponen a nombre de uno, de otro”, explicó Arlen Siu Varela Jiménez, de 38 años de edad, quien recuerda que fue horrible cuando los de la asociación entraron en conflicto con Nubia Arcia y la desalojaron tirando a la calle las pertenencias de ella. “El poeta Cardenal es un anciano y es manipulable”, agregó.
Ana Emilia Romero Obando, de 52 años de edad, se quejó de que en su momento a la asociación unos europeos le donaron para que se fabricaran 120 casas, pero solo se construyeron 20. “La cantidad de donaciones que ha llegado a Solentiname es para que aquí fuera un paraíso”, recalca Romero, quien añade que cuando se le pidió cuentas al poeta Cardenal sobre la donación de las casas, solo dijo que el dólar se había devaluado.
Bosco Centeno indica que la donación no fue para 120 casas, sino para 60, pero cuando en 1984 ocurrió el incendio de San Carlos, Alejandro Guevara era delegado del Gobierno para el departamento de Río San Juan, y como en Mancarrón no vivía mucha gente, decidió que los materiales donados se destinaran para ayudar a la gente damnificada por el incendio. En Mancarrón al final solo se construyeron 22 casas con esa donación.
TENSA TRANQUILIDAD
En la isla Mancarrón se respira mucha tranquilidad, a pesar del conflicto entre Arcia y Cardenal. Los turistas, aunque pocos, están llegando a la isla. Pero de alguna manera el conflicto afectó. “Los extranjeros siempre nos preguntan sobre ese conflicto. Habían dejado de venir a la isla por eso, pero ya están volviendo”, explica Lidia de la Cruz Castillo Romero, de 44 años.
Los pobladores de Mancarrón esperan que pronto se arregle el conflicto, especialmente porque Cardenal ya es anciano y es injusto que se le apliquen pagos de más de 17 millones de córdobas, explica Juana Elena Ocampos Aguilar.
Actualmente el conflicto aún se dirime en los tribunales de Justicia.
El apoyo de la Asociación
En la isla Mancarrón hay una escuela nueva que se construyó gracias a gestiones del poeta Ernesto Cardenal. La primaria se cursa de lunes a viernes por la mañana. Y la secundaria es cada 15 días. Los jóvenes de Mancarrón y de otras islas cercanas reciben clases sábados y domingos.
Aunque actualmente la asistencia a clases se ha reducido debido a que antes la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (APDS) ayudaba con el combustible para que las lanchas trasladaran a los estudiantes de otras islas. “Esperanza (Guevara) está esperando a que se resuelvan los problemas”, dice la profesora de primaria, María José Huete Mejía, de 30 años de edad, quien era secretaría política del FSLN, pero dejó de serlo porque está embarazada.
Huete añade que quienes siempre han ayudado con el transporte de los escolares y con otras necesidades de la población han sido los miembros de la Asociación, pero Nubia Arcia no lo ha hecho.
¿Quién es el alemán Inmanuel?
El padre Ernesto Cardenal acaba de publicar un escrito en el diario El País de España, sobre quién es el segundo esposo de Nubia Arcia, el ciudadano alemán Inmanuel Zerger.
“Hace ya muchos años se nos acercó y buscó nuestra amistad un ciudadano alemán llamado Inmanuel Zerger (después supimos que había sido expulsado de un instituto de Múnich llamado Oficina Ecuménica Pro Paz y Justicia, y también en Baviera había sido expulsado de la Juventud Evangélica) y este extranjero a los pocos días de estar en Nicaragua se casó (sin que hubiera habido amor previo) con la viuda a la que habíamos dado la administración de un hotel de nuestra Asociación de Solentiname. Muy pronto, mediante un fraude jurídico, él y su nueva esposa se apropiaron del hotel y lo empezaron a usufructuar”, escribió el poeta Cardenal.