Ante la dramática situación de caos, dolor y muerte que vive el país, “hay que organizar brigadas o un centro de Atención a víctimas del desastre emocional”, alertó la psicóloga Auxiliadora Marenco.
Ante esta convulsión social, Marenco, hizo un llamado a sus colegas y miembros de la Asociación Nicaragüense de Psicólogos a organizarse urgentemente, ya que la crisis “dejará a media Nicaragua trastornada ante nuestra expectación o indiferencia”.
“Urge que los que nos llamamos agentes de salud abandonemos las redes sociales y nos juntemos para ofrecer de manera masiva, voluntaria, profesional y organizada, atención en crisis y primeros auxilios psicológicos”, instó la profesional de la salud.
La policía junto a fuerzas de choque afines al Gobierno son vistos por la mayor parte de la población y organismos de derechos humanos como responsables de la represión contra los manifestantes. A la fecha se registran más de 120 muertos y más de un millar de heridos en el territorio nacional; la atención médica en los centros de salud y hospitales es insuficiente. El país vive un duelo nacional, vigilia, llanto y coraje.
Por su parte la policía, en sus comunicados, habla de grupos delincuenciales y de saqueos, y el Gobierno evita responsabilidades y alarga la solución de la paz, que obispos impulsan con el dialogo entre todas las partes en conflicto.
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Al respecto la especialista dijo que hay que dar “seguimiento del que quedó chocado por ver morir a su amigo o del que se sintió sitiado en medio del horror de no saber porque está siendo atacado o encarcelado”.
Además de las brigadas o centro de atención, sugirió se puede ofrecer asistencia clínica a través de la televisión, radio o prensa escrita. También hay que enfocarse en los niños y dar explicaciones prudentes sobre el por qué de sus encierros, los tiros encapuchados y muertos.
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Y darnos cuenta de lo que “vive el pueblo nicaragüense es una vieja herida abierta de nuevo y sangrante con riesgo de infección y destrucción. No esperemos a que todo esto pase y el abordaje sea más difícil sobre heridas más difíciles de curar”, advierte Marenco.
Por lo que exhortó a los psicólogos, trabajadores sociales a dejar su posición de espectadores y trabajando desde ahora en formar las brigadas o los centro de Atención a víctimas del desastre emocional.
Las heridas abiertas de Nicaragua
Marenco recordó que nuestro país históricamente ha vivido acontecimientos dolorosos como el terremoto de 1972 que dejó miles de muertos, al igual durante la década de los ochenta “cuyas pérdidas terminamos enterrando a conveniencia o adaptando a nuevos retos y necesidades en el panteón de nuestras mentes”.
“Los duelos no trabajados, los lisiados, los expatriados tienen sus pendientes en las soluciones que se canalizaron por otras vías y que luego sus hijos y los hijos de ellos, ahora están padeciendo”, señaló la profesional.
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Y a partir de la “década de los noventa y 2000, el incremento de accidentes de tránsito, alcoholismo, violencia contra las mujeres y niños tuvo un incremento brutal”, subrayó.
La gente además dice Marenco, “enfermó de indiferencia afectiva, de egoísmo, de problemas de sueño, infidelidades de pareja, problemas de riñón, cáncer, presión alta, diabetes”.
También explicó que al hablar de los efectos emocionales, “se sufre de indiferencia ante el dolor de otros”.
Según Marenco estos y otros padeceres, “siguen siendo la proyección de la parte oscura que desde los acontecimientos pasados, cobran con creces, el no haber sido abordados en su tiempo, con seriedad, secuencia y conciencia”.