Cuando me preguntan qué fin va a tener todo esto, yo respondo: “Nadie lo sabe, lo único que sabemos es que la yegua va a parir. ¿Cuándo va a parir y qué clase de potrillo trae? Lo ignoramos”. El gobierno del presidente Ortega está herido de muerte. Perdió su legitimidad, nos mostró un rostro aterrador: el rostro de la represión y de la barbarie, y el pueblo se desprendió del miedo a que había estado sometido por largo tiempo.
La caída del gobierno de Somoza duró unos dos años, fue un proceso lento, doloroso y traumático. Por eso algunos queriendo evitar eso hablan de “un aterrizaje suave”. Yo no participo de esa teoría, creo que todavía el régimen no ha mostrado sus más terroríficas armas. Que la represión y el derramamiento de sangre van a seguir siendo utilizados. A pesar de que hay dos fuerzas corresponsables de este modelo que hoy declina, que podrían terminar todo esto de inmediato, todavía no terminan de definirse, están agazapadas, haciendo fríamente sus cálculos, esperando según ellas su momento. Ellos son: el Ejército y el alto capital.
Así como hay fuerzas en espera de “la mejor oportunidad, lo que más convenga a sus intereses”, hay otras que tienen presencia y poder de decisión, que podría inclinar la balanza a favor de una solución democrática y con justicia.
Estas son: 1).- Tecnología, los teléfonos que se han convertido en la verdadera arma que unifica, transmite, actualiza y cohesiona a las fuerzas que luchan por el cambio. 2).- El capital centroamericano, con grandes inversiones, en centros comerciales, hoteles, bancos, gasolineras, comunicaciones, etc. Que comprenden que el alargamiento de la crisis, es totalmente contrario a sus intereses y presionarían por una salida a corto plazo. 3).- Las Zonas Francas, que representan miles de empleos, y que si la crisis se extiende abandonarían el país, creando un vacío económico, muy difícil de llenar.
Por primera vez, la troika que ha gobernado este país, en estos 11 años, “presidente Ortega, alto capital, Fuerzas Armadas”, no entiende lo que está pasando, sus gurús y especialistas, politólogos, washingtólogos y otras especies, no tienen soluciones. Por primera vez hay fuerzas que no pueden controlar, ni comprar, ni chantajear, como son los estudiantes y campesinos, que juntos han despertado al pueblo y hoy este se ha empoderado de sus derechos y no está dispuesto a dejarse imponer una solución que no lo incluya.
En el fondo lo que se está debatiendo es la permanencia de un modelo corporativo, inclusionista, antidemocrático, autoritario, violador de los derechos humanos, o un modelo democrático, abierto, pluralista, cuyas prioridades sean la educación, el desarrollo del agro, el medioambiente y el respeto a las libertades fundamentales.
El autor es abogado.