En el Diccionario de la RAE el vocablo desertar tiene distintas acepciones según las circunstancias, las que adapto aquí sin desviarme de su significado. Dicho de un soldado, desertar es desamparar a sus compañeros abandonando sus banderas. Desde el punto de vista social, desertar es abandonar a las personas que se solían frecuentar. En derecho, desertar es separarse de una causa o abandonarla. Y por último, desertar es abandonar las propias obligaciones o los propios ideales.
Como se notará, en todas las acepciones el verbo común es abandonar.
Traición, por otro lado, es la falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe tener con alguna persona u organización. En derecho es el delito cometido por civiles o militares que atentan contra la seguridad de la Patria. Y sobre la alta traición, en el mismo Diccionario de la RAE se expresa que es la que se hace contra la soberanía o contra el honor, la seguridad y la independencia del Estado, así como actuar alevosamente faltando a la lealtad o a la confianza de alguna persona o institución.
De lo anterior se infiere que la renuncia pública a un alto cargo estatal de naturaleza civil (abandono de obligaciones) y a la militancia de un partido político (quebrantamiento de la fidelidad y lealtad a una organización), podría tener la doble implicación de deserción y de traición en dependencia de las circunstancias de la renuncia.
Si la renuncia por cualquier causa fuese de carácter privado —por medio escrito se entiende— ante las instancias correspondientes institucionales y políticas, estas instancias tienen a su arbitrio la potestad de coordinarse para administrar tal renuncia, utilizando incluso la manipulación y la mentira con todos sus medios afines, lo que es parte de la esencia de la actual estructura del poder.
Si por otro lado la renuncia es hecha públicamente y explicando el distanciamiento institucional y partidario con argumentos muy fuertes y veraces de orden político, habría que recibirla al menos con el beneficio de la duda, particularmente cuando se hace o se haya hecho con referencia a los informes de los organismos nacionales, regionales e internacionales de derechos humanos sobre los distintos crímenes cometidos por el régimen (antes o después de conocerse el reciente informe de la delegación del Parlamento Europeo sobre la situación en Nicaragua).
Ser tildado de traidor a través de los medios del régimen por una renuncia pública como la descrita es en muy peligroso para quien la hace, y se justifica plenamente su exilio. Queda la interrogante si dicha renuncia sería de carácter oportunista, por las sanciones internacionales eventuales que se aplicarán a ciertos funcionarios y sus activos, afectando por tanto además los derechos sucesorios de su descendencia, o si sería un acto de valentía y de integridad personal.
El autor es doctor en Derecho.