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Un prediálogo orteguista

Luego de cinco sesiones de negociación, la Alianza Cívica y Ortega llegaron a algunos acuerdos que conviene analizar, porque constituyen fundamentos poco fiables sobre los que se pretende construir una nueva sociedad. Se acordó que no hay mediador. Probablemente, algún representante de Ortega (por medio de comunicación telefónica con El Carmen) coordinará el diálogo con las normas carcelarias de buen comportamiento, al que llaman hoja de ruta, que han improvisado en estos días. Acordaron que no hay garantes, ni nacionales ni internacionales, hasta que aprueben los temas a abordar en las negociaciones.

Ortega se siente cómodo con una negociación cerrada, de la cual tiene la llave. Su idea es aprobar temas ambiguos, de amor, paz, reconciliación, estabilidad, para presentar un insulso consenso nacional abstracto que, debido a sus carencias y falta de ejecución práctica, nadie, con cierta seriedad, querrá o podrá garantizar.

Lo único concreto, por supuesto, es el sistema absolutista existente, que Ortega pretende preservar intacto. Se acordó que no participará la Conferencia Episcopal en la negociación. Pero, invitan al cardenal Brenes en su carácter personal para que asista como testigo y acompañante. ¿Qué es acompañante? Alguien que, junto a otros personajes en igual situación, no tiene otra función que estar allí, haciendo compañía. Lo cual, según el comunicado demagógico emitido por las partes, le daría legitimidad al proceso de negociación. Intentan instrumentalizar al cardenal, porque un proceso es legítimo, no por la presencia de alguien, sino, si cuenta con la aprobación del pueblo, al que se le debe rendir cuentas. Y si tal proceso es útil para el cambio democrático.

Se decidió, como política de comunicación, que la Alianza no podrá informar a su mandante lo que se negocia, es decir, al pueblo de Nicaragua, hasta que Ortega dé su consentimiento sobre el tema. En cambio, los representantes de Ortega, no solo podrán informarle a su mandante en todo momento, sino, que recibirán instrucciones desde El Carmen en tiempo real. Se acordó que el proceso de negociación finalizará la fecha que se acuerde por las partes, si es que no se acuerda cambiar la fecha acordada… No se ha decidido ningún tema a abordar, pero, se decidió que los temas deberán acordarse por consenso. De modo, que la agenda debe pasar previamente por un filtro orteguista.

No se abordará lo que no le apetezca a Ortega. Cuando el pueblo, es obvio, promueve cambios que, se sabe, no le apetecen a Ortega. En estas sesiones del pre-diálogo, la Alianza ha superado cum laude un examen de aptitud para ser contratada al servicio de Ortega. Si la negociación, para no contrariar la voluntad de Ortega no busca democratizar el país, entonces, ¡no tiene razón de ser…!

Opinión régimen orteguista
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