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Podría ser esta vez

 

El gobierno chavista de Nicolás Maduro no es confiable. No hace falta probarlo; ¿qué más pruebas se pueden pedir?

Hecha la aclaración, parecería que esta vez hay elementos que justificarían apostar o ser algo más optimista con relación al diálogo venezolano en Barbados, con la gestión de Noruega.

Se trata, por lo menos, de la quinta instancia de “diálogo”. Este ha sido el instrumento que ha utilizado el régimen chavista para permanecer en el poder y para ello ha contado con la complicidad de sus amigos, el papa Francisco, José Luis Rodríguez Zapatero, Lula cuando aún circulaba, el presidente uruguayo Tabaré Vázquez, el presidente mexicano Manuel López Obrador. Todos han ido prestos a darle una mano a Maduro, cada vez que la necesita para “hacer tiempo”. Este, mientras tanto reprimía, torturaba, perseguía y metía preso a disidentes y opositores políticos y condenaba al hambre al pueblo venezolano. Eso sí, siempre muy bien dispuesto y abierto al diálogo.

Lo mismo pasa con Ortega en Nicaragua. Son dialoguistas en la medida que ellos continúen en el gobierno al que han accedido ilegalmente. Como contrapartida y prueba de su buena voluntad y disposición al diálogo ofrecen liberar un determinado número de presos políticos y eventualmente investigar algunos crímenes cometidos por sus grupos de choque paramilitares. Y si se necesitan más muestras, hacen una redada y al día siguiente aumentan el número de liberaciones. Es de locos.

Y volviendo al diálogo en Barbados, una serie de circunstancias llevan a pensar que están dadas las condiciones para que esta vez pueda prosperar. Es decir, sobre la base del urgente llamado a elecciones.

Los hechos dicen que otras formas para sacar a Maduro como la intervención militar no están en la agenda de nadie, más allá de los clamores y denuncias de Maduro, Diosdado Cabello y cómplices. El golpe militar interno como etapa previa a un llamado a elecciones no aparece como muy viable. La rebelión popular es absolutamente indeseable.

¿Y por qué esta vez sí confiar en un diálogo con la dictadura? Porque el régimen está muy acorralado. Sus mentiras y excusas han perdido fuerza y credibilidad. El informe Bachelet fue el golpe de gracia, que confirmó todo lo denunciado por la OEA, por el Grupo de Lima, por las organizaciones de DD. HH. y que justifica las sanciones económicas de EE. UU. y las que anuncia la UE. A los propios amigos de la dictadura se les hace difícil seguir apoyándola y abrazados a la bandera. Para los acreedores puede serles “incómoda” una caída de Maduro que ponga en duda la legitimidad de sus “decisiones soberanas” respecto a compromisos contraídos con otras naciones (deudas y acuerdo de intercambio). A Cuba mismo, cada vez se le hace menos interesante el tema, por cuanto Venezuela ya le da poco jugo.

Además, si esta vez fracasa el diálogo y el llamado a elecciones, se le va a hacer difícil a la ONU no intervenir, en aplicación de más de un convenio internacional.

En el marco de este clima hay algún síntoma más de que ahora sí la salida está encaminada. No es un buen dato, empero: han comenzado a aparecer algunas disputas, diferencias de enfoques, suspicacias en la oposición. Como que la ven cerca. Sería lamentable que esta tendencia se afirmara y más que creciera.

El pasado enseña que las divisiones y los oportunismos en la oposición política venezolana fueron el sustento mayor del chavismo desde el mismo momento en que surgió.

El futuro, en tanto, reclama unidad, humildad , desprendimiento y altura de miras. Se sabe que en una salida negociada los granujas no solo se salvarán de recibir el castigo que se merecen, sino que además mantendrán sus derechos políticos.

No sea cosa entonces que mañana se llame a elecciones y se le facilite el campo al chavismo, que decididamente va a estar unido.

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la SIP.

Opinión
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