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El legado de los Ortega-Murillo

Nuestro país ha sido deshonrado ante el mundo por sus gobernantes que han perdido la vergüenza, todo por conservar sus riquezas y su poder mal habidos y asentados en la boca del fusil y la represión, convirtiéndonos en una nación sin futuro.

Ya no les importa nada.

Que sus propios familiares y funcionarios públicos sean sancionados, que la imagen internacional de Nicaragua esté degradada, al haber reducido a su propio pueblo a letra de cambio ante la comunidad democrática internacional, la que exige se restituyan nuestros derechos humanos, que haya justicia y reparación y que se nos regrese el derecho a elegir a nuestras autoridades en procesos limpios y con observación nacional e internacional, y así en el pasado queden los funcionarios que jugaron con la voluntad popular, para convertirse en los nuevos ricos del segundo país más pobre del continente americano.

Con el cuento de la dignidad sandinista mancillaron la dignidad nacional, al haber reducido a todos y cada uno de los nicaragüenses a un remedo de ciudadanía a la que se le negó desde el derecho a la vida, hasta el derecho a vivir en libertad y de progresar en equidad, eso no puede quedar en la impunidad. Somos una nación que sigue condenada al exilio y a la miseria, a dar lástima ante países respetables con instituciones democráticas.

Podríamos quedar atrapados entre la dictadura y la pandemia, si es que los políticos no deponen sus ambiciones personales, dando paso a una fuerza opositora capaz de derrotar contundentemente al orteguismo. Esa es la disyuntiva, ya la dictadura optó por el peor de los caminos, nos corresponde salirle al paso para poder construir una nueva Nicaragua basada en el respeto a la dignidad de los seres humanos.

¿Qué y cómo recordarán las generaciones del futuro a estos gobernantes? Sin lugar a dudas no por haber respetado la Constitución y la ley, no por haber querido y protegido a su propio pueblo, sí por todo lo contrario: El legado que dejará este gobierno será el de la ignominia, de los “crímenes contra la humanidad”, de las torturas y violaciones denigrantes e infamantes, de los exiliados y los que aún perduren cargando su dolor en tierras extrañas, de los que no olvidarán jamás a sus deudos asesinados pues como escribió Rubén Darío, “no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo” y más grande aún ser nicaragüenses bajo esta dictadura.

Siguen jugando con el futuro de las nuevas generaciones, ajenas y suyas propias.

¿Cuál es el recuerdo del somocismo?

El autor es directivo del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), Fue miembro de la Comisión Nacional de Reconciliación creada por plan de paz Esquipulas II.

Opinión Daniel Ortega Rosario Murillo
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