Cartas de amor a Nicaragua
Querida Nicaragua: Las elecciones en los Estados Unidos han sido siempre ejemplares, donde candidatos y ciudadanos se comportan siempre dentro de la constitucionalidad de la nación ejemplo de democracia en el mundo. Esa Constitución norteamericana parece haber sido redactada por cerebros privilegiados por su capacidad de conocer al ser humano y prevenir los errores políticos que pudieran producirse en el futuro, e hirieran la fina epidermis de una democracia perfecta. Aquellos próceres eran genios y eran patriotas. El balance que lograron para que los tres poderes funcionaran con plena autonomía ha prevalecido hasta hoy logrando procesos electorales ejemplares a lo largo de los años. El candidato ganador o presidente electo toma posesión de su cargo de Presidente de los Estados Unidos más o menos dos meses después de las elecciones y permanecerá cuatro años en la Casa Blanca, residencia presidencial y de su familia, pudiendo reelegirse una sola vez. Hay casos como el de ahora donde las votaciones han sido muy parejas entre Trump y Biden y el primero ha reclamado el recuento de los votos en algunos estados de la Unión. Esto también ocurrió en la elección de George Bush (hijo) y Al Gore, donde fueron muy parejas las votaciones y Gore pidió un recuento de los mismos. El caso fue a la Corte Suprema y resultó ganador Bush.
Estas son las dos elecciones reñidas que yo recuerdo, debe haber habido alguna más pero no he sido tan aficionado a todos esos procesos y no recuerdo otros. Pero las elecciones reñidas son algo que puede suceder y no causa, al menos hasta hoy, mayor desconcierto. Todas las elecciones que recuerdo han sido realizadas en plena calma y en votaciones que siempre han parecido una fiesta cívica como en realidad lo son.
Lamentablemente en Nicaragua las elecciones que recuerdo desde mis años de estudiante han sido no solo reñidas sino borrascosas, llenas de partidarios gritones y vulgares. Cada partido, y en esos tiempos eran dos, conservadores y liberales, tenían sus propias claques que competían en lanzar insultos y vulgaridades a los contrincantes del otro partido.
En realidad nunca recuerdo haber estado gobernado por el partido conservador. Desde que tuve uso de razón gobernaba el general de División don Anastasio Somoza García que primero mandaba como jefe de la Guardia Nacional y nombraba presidentes de fachada hasta 1937 o 39, cuando con mil artimañas logró la Presidencia para no soltarla hasta la noche en que fue balaceado por Rigoberto López Pérez. Después su hijo Luis Anastasio, después su otro hijo Anastasio Somoza Debayle, hasta el 79 cuando el pueblo se levantó y el orteguismo y sus tropas se apoderaron del poder.
Retrocediendo un poco en el tiempo, en 1947, Somoza García intentó darnos “atol con el dedo”. Hizo que el Partido Liberal Nacionalista, su partido, nominara al doctor Leonardo Argüello Barreto como candidato a la Presidencia, suponiendo en Argüello un hombre manejable. El candidato del PLI, unido al Partido Conservador, fue el doctor Enoc Aguado. Contando los votos al revés ganó abrumadoramente Argüello, pero su discurso de toma de posesión fue un discurso incendiario; dijo que no sería títere de nadie y habló de los negocios sucios de altos funcionarios cuyas planillas salían de las arcas del Estado. El pueblo nicaragüense disfrutó 27 días de intensa alegría. LA PRENSA publicaba páginas enteras con el grito de moda: “Se va el caimán… se va el caimán”. A los 27 días el presidente Argüello fue declarado “incapacitado” mentalmente, se asiló en la Embajada de Méjico y se exilio en este país donde murió al poco tiempo. En los últimos años solo hemos visto tres elecciones limpias: la de doña Violeta, la de don Arnoldo y la de don Enrique.
El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de la República de Nicaragua en 2011.