No es concebible la democracia moderna sin la presencia de los partidos políticos. Esta afirmación asusta por el creciente desprestigio acumulado de estos, a nivel local y mundial, unido a la sistemática campaña por desacreditarlos y crear la desconfianza con el fin de obtener adeptos o neutralizar.
Cuando se habla de democracia en un sistema político, vemos la participación mínima de dos partidos políticos fuertes, que incide en el balance del poder y en el cual cada uno de ellos aspira a la obtención del poder político con el fin de imponer su programa e ideología. El partido único o el partido hegemónico, son la negación de un sistema democrático.
El partido político para conseguir prestigio y credibilidad debe iniciar su democracia internamente, en la elección de sus autoridades y trasparencia en el manejo de sus recursos económicos, así como permitir distintas corrientes dentro del partido, sin ser sometido el disidente a sanciones y condenas por no estar acorde con el líder de turno. Debe mantener además una coherencia entre sus principios y su proceder.
La obstrucción a la creación de partidos políticos es por el recelo y temor de perder militantes con una nueva opción, ello es inconcebible si se cumplen con requisitos mínimos indispensables: Pero si es viable la desautorización de un partido que no cumpla un requisito mínimo de votos en una elección.
El financiamiento de los partidos políticos es un derecho, sin que ello signifique la proliferación de partidos por motivos económicos, el Estado debe financiar de conformidad al número de votos obtenidos, evitando así partidos de negocio, que tanto daño hacen a la sociedad civil. No hay que temer a la proliferación de partidos políticos, ya que son fuente de ideas políticas y alternativas, además de acuerdo con su fuerza y convicción sabrán si en una elección acuden solos o forman parte de una alianza con un fin determinado.
Aunque los partidos políticos son de reciente data en la historia humana, son parte fundamental de una democracia moderna, aunque sin ellos muchos otros grupos de presión social podrían ejercer algunas de sus funciones, no la primordial: La opción al poder político y un programa determinado. El ciudadano tiene que tener la posibilidad de poder escoger su destino, en elecciones libres, iguales y transparentes.
Las organizaciones de la sociedad civil, sean económicas, sociales, políticas, gremiales, empresariales, defensoras de derechos o de cualquier índole, no son enemigas ni opuestas a los partidos políticos, sino coadyuvantes al buscar un modelo determinado. Toda persona puede pertenecer a cualquier organización de acuerdo con sus intereses y además a un partido político según su ideología, no existe ninguna contradicción, al contrario es una forma de participar responsablemente en las aspiraciones y expectativas de cada quien.
El autor es abogado.