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Irracional

Al ver los acontecimientos recientes en el Capitolio, en Washington D.C., y escuchar las expresiones de manifestantes que respaldan al presidente saliente, Donald Trump, no pude menos que concluir que las teorías orwellianas y su aplicación gobbeliana han cristalizado, para mal de la humanidad hasta en la nación que suponíamos la democracia más sólida del planeta. Mientras haya atraso e incultura, desigualdades y pobreza, habrá un caldo de cultivo excelente para inocular ideas irracionales incluso en quienes se benefician del desarrollo de esas naciones. Falta ver de qué manera el sistema democrático norteamericano supera este tropiezo que, entiendo, será de naturaleza coyuntural no sistémico y del que, espero, salgan fortalecidos no debilitados mucho menos destruidos, como pretenden las dictaduras del “socialismo del siglo XXI” remedos brutales de las del siglo XIX que desde Hugo Chávez y desde muy antes regímenes fundamentalistas quieren destruir, bajo el argumento que la democracia occidental y cristiana, fundamentada en la libertad, es un engendro del diablo.(¡?)

Y así vamos “ciegos y locos” manipulados por “la media” que intenta y hasta logra amoldar nuestras matrices mentales para sus beneficios todo en nombre de la libertad, la democracia o la revolución en un “chancho con miel” que solo beneficia a quienes detentan el poder. Aquí, en Washington o en Moscú. Y es cada vez más evidente y constatable que por muy desarrolladas que sean las naciones, los propulsores de la agitación y la confrontación social ha n encontrado sus nichos para mercadear su demagogia. Trump y Ortega encontraron un punto convergente en el que descargar sus narcisismos y ambiciones de poder, solo que a Trump lo frenó el sistema de pesos y contrapesos de la democracia de los Estados Unidos (EE. UU.) de América con sus debilidades, pero infinitamente opuesto a lo aquí impuesto a punta de bala, masacre y terror.

La pregunta es cómo y quién frena al bicéfalo poder en nuestro país. Pienso que ya es hora de abandonar la retórica y pasar a la acción, preparándonos desde ayer para arrebatar el poder a la dictadura. Es mucho más lo que decimos que lo que hacemos, salvo honrosas excepciones de verdaderos patriotas que continúan organizando, formando, movilizando, aunque sea en silencio a los miles, millones de compatriotas opositores al régimen.

Las acciones y las políticas irracionales se han convertido en pan cotidiano en medio de la pandemia y las crisis de los estados nacionales. Nicaragua es uno de los peores ejemplos del tipo de régimen incubado bajo represión, masacre y manipulación de la pandemia para fortalecer su control social. Y en este escenario nos movemos rápidamente a noviembre de este año en el que, si logramos que haya elecciones, los nicaragüenses deberemos, otra vez, sacrificarnos para intentar, nuevamente, tomar lo que por derecho propio nos pertenece, como es vivir en democracia, en libertad y en paz.

¿Hasta dónde nos llevará la irracionalidad de los Ortega Murillo? ¿Es inevitable la venecubanización de nuestro país? Creo que no. Debemos redoblar esfuerzos para unas elecciones de verdad tal y como lo demandamos en Ciudadanos por la Libertad, tal y como lo demandan las mayorías nacionales, tal y como lo pide la prensa independiente, la Iglesia católica, la OEA, la Unión Europea, los países democráticos del planeta, los mismos EE. UU. —nuestro primer socio comercial y del que se originan millonarias remesas en dólares estadounidenses—.

Entonces qué esperamos para recuperar el voto libre, secreto y respetado como medio para escoger a quienes queremos nos gobiernen. Esta es la última oportunidad cívica de la dictadura, lo otro es la irracionalidad.

El autor es miembro del CEN del partido Ciudadanos por la Libertad.

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