En este segundo ensayo sobre la estrategia interina de seguridad nacional norteamericana, me enfocaré en sus prioridades geográficas.
Entre los quince países específicamente mencionados en la estrategia interina, algunos son “de cajón”. Han sido prioritarios por décadas tanto para gobiernos republicanos como demócratas. Un ejemplo es Israel. En este sentido, la estrategia incluye el habitual “saludo a la bandera” al afirmar que el compromiso norteamericano para asegurar la seguridad del Estado judío es férreo.
Por otro lado, en el informe queda requeteclaro que la Administración Biden considera a la China como su principal contrincante mundialmente. La menciona más de una docena de veces y le consagra varios párrafos del informe. No tilda a la China de ser enemigo. Pero sí de ser el competidor más importante que Estados Unidos (EE. UU.) enfrenta. Y se compromete a mantener su liderazgo mundial de cara a una China beligerante en temas económicos, tecnológicos y geopolíticos. La Casa Blanca fija como un objetivo central de su estrategia asegurar que Norteamérica, no la China, deberá seguir fijando la agenda global.
Otros países que representan amenazas para EE. UU. incluyen, según el informe, Rusia, Corea del Norte e Irán. Estos tres tienen algo en común. Son potencias nucleares (Rusia) o pretenden alcanzar ese estatus. Irán recibe una mención especial en el informe. Lo nombra como un país que no solo es una potencia nuclear in fieri sino que ya está desestabilizando una región crucial por su riqueza petrolera: el Medio Oriente.
Hay referencias, por supuesto, a Latinoamérica en la estrategia. Pero brillan por su ausencia los tres países que fueron denominados la “troika de la tiranía” durante la Administración Trump: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Eso no implica que los tres han desaparecido de la pantalla de radar en Washington. Pero sí que no figuran entre la primera fila de sus preocupaciones. Mi tesis es que anteriormente tenían más peso porque incidían políticamente en la Florida, estado sin el cual Trump no podía lograr su reelección. Para Biden y los demócratas, por otro lado, ganar la Florida no es imprescindible. A esta consideración de política doméstica atribuyo que los miembros de la “troika” no aparezcan en este informe.
Siguiendo con el hemisferio occidental, el informe prioriza a Canadá y México por ser ambos los vecinos más cercanos de EE. UU. Solo hay una otra referencia a nuestro hemisferio: Centroamérica, e implícitamente a su “triángulo norte”. Esto por la emigración ilegal de nacionales de El Salvador, Guatemala y Honduras hacia EE. UU. Según la estrategia, este flujo ilegal se debe a la pobreza, inseguridad ciudadana y corrupción que existe en el triángulo. Y para combatir estos flagelos, la Administración Biden se compromete a invertir en ellos US$4 mil millones durante su gobierno. Esta cifra supera, y por mucho, el monto que se manejaban para el triángulo norte en los años de Trump.
Otros países y agrupaciones citados en el informe son la OTAN, Japón, Corea del Sur y Australia. Me sorprendió, sin embargo, lo poco que pinta la India en vista de que es la democracia más grande del mundo y otra potencia emergente con un importante peso económico. Además, pertenece al club de países con un arsenal nuclear. También me llamó la atención la inclusión de Taiwán en la quincena de países específicamente citados y por el trato especialmente laudatorio que recibió. Esto porque desde hace décadas Washington ha guardado una distancia discreta para con la isla para no perjudicar sus relaciones con Beijing.
Mi tercer y último ensayo con relación a este informe abordará las herramientas que pretende enfatizar EE. UU. para ejecutar su estrategia de seguridad nacional.
El autor fue canciller de la República y embajador de Nicaragua en EE.UU.