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“La noche oscura” de Israel

Aproximadamente a partir del año 590 a. C. Israel sufrió una “larga noche oscura”, como le llaman los estudiosos de la Biblia a los gobiernos dictatoriales y sanguinarios de los reyes Manasés y su hijo Amón. El primero gobernó 55 años continuos y el segundo solamente dos, ya que fue asesinado por su guardia real.

En ambos gobiernos se perdió la fe, se introdujeron dioses extraños, se practicó la brujería, la magia y el espiritismo, lo mismo que la prostitución sagrada.

A la corrupción religiosa se unió la injusticia social: funcionarios allegados al poder que se apropiaban de las tierras de los pobres; comerciantes fraudulentos; jueces sobornables; dirigentes inmorales A los que se atrevían a denunciar, eran asesinados, “inundando Jerusalén de punta a punta con ríos de sangre inocente” (Reyes 21, 11-21, 16).

A la muerte de Amón, le sucedió su hijo Josías, de apenas ocho años, asistido por una junta de regentes, y vio Dios la oportunidad de rescatar a Israel, enviando como profeta a Sofonías, de raza negra y de apenas de veinte años edad. Temió que lo asesinaran como a sus antecesores, pero se sintió fortalecido, ya que su nombre significa “Dios me protege”.

Sofonías denunció la tiranía de los reyes y el abandono de la fe. Su palabra fue franca y condenó tanto el abandono de Dios por la idolatría, lo mismo que la tiranía y la corrupción incluyendo la de la clase sacerdotal. Hablando con elocuencia y a grande voces, frente al palacio del rey, ante las cortes de justicia y en la plaza pública, donde se reunía gran cantidad de gente, ya que su verbo era indetenible, acusaba a los funcionarios que vestían lujosamente y usaban perfumes finos, mientras la población se moría de hambre; acusó a los sacerdotes de no denunciar la inmoralidad y la corrupción y denunció a los mercaderes y banqueros por haber puesto el dinero y las ganancias antes que la fe en Dios y la caridad hacia los pobres.

Las palabras de Sofonías causaban honda impresión entre los habitantes de Israel, ya que sabiendo que hablaba con la verdad, temían la llegada del “día de Yahvé”. Que el profeta anunciaba como “Un día de angustias, de aflicción; de terror; de obscuridad y el final de Jerusalén”.

Las profecías fueron anunciadas en un espacio de diez años, los regentes pudieron inculcarlas en Josías, de tal suerte que cuando el rey tomó el poder en el año 628 a. C. hizo una reforma total, tanto en lo religioso, derribando templos y dioses paganos y expulsando brujos y hechiceros; como en lo social y lo político: acabando con las injusticias, el materialismo, la apatía religiosa, los abusos de autoridad y la perversión de los jueces.

Las reformas religiosas y sociales impulsadas por Josías, basadas en las profecías de Sofonías, fueron de enorme importancia en la historia de Israel y, aunque no pudo cumplirlas todas por su muerte prematura, es considerado el rey más grande que haya subido al trono de Israel.

Sofonías no tuvo la misma suerte, hoy casi nadie lo conoce, en el Nuevo Testamento no se le menciona, pero estoy seguro de que el papa san Juan Pablo II tomó del calificativo a las dictaduras de Manasés y Amón la frase: “Una larga noche oscura”, que aplicó a la dictadura sandinista de los años ochenta.

Con Sofonías debemos creer que, aunque llevemos décadas de tinieblas, si nos dedicamos a denunciar la inmoralidad, la venalidad y la corrupción en lo general, a la larga conseguiremos una patria en justicia y libertad.

El autor es abogado. Dirigente en retiro del Partido Conservador.

Opinión
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