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Votar o no votar

Cartas de amor a Nicaragua

Querida Nicaragua: Hasta el día en que escribí esta carta, 4 de abril, no se conocía ninguna noticia acerca de los compromisos firmados por el orteguismo relacionados con las supuestas elecciones del 7 de noviembre: reformas electorales, libertad de presos políticos, cese de persecución a determinados pre candidatos, libertad de movilización popular para hacer campañas electorales y un largo etcétera. Aparentemente los precandidatos siguen entusiasmados y da la impresión de que con o sin reformas están dispuestos a luchar por la Presidencia de la República. O podría ser que esperan que se agote el tiempo, que Ortega llegue a la fecha tope y que no haga ningún esfuerzo por cumplir los compromisos firmados con la OEA. En este caso la oposición optaría por no asistir a las elecciones y dejar que el orteguismo vaya con los zancudos como lo hace siempre. Esto sería peor para el gobierno pues desafiaría la amenaza de las nuevas sanciones que declararían ilegítimo al gobierno orteguista.

Lamentablemente una vez más estamos envueltos en una madeja de conflictos que no nos permiten hacer elecciones limpias, o al menos aceptablemente limpias como las hacen muchos de nuestros vecinos. Es decir, seguimos siendo los mismos de siempre y peores aún que los gobiernos del siglo pasado (Zelaya, Somoza, sandinistas).

Particularmente observo una ligera esperanza, un cambio de actitud entre la mayoría de los precandidatos. No es bueno mencionar nombres porque pueden crearse resentimientos inútiles, pero muchos de estos han dejado atrás egoísmos y ambiciones desenfrenadas que solían notarse en años anteriores que no viene al caso mencionar. Basta con observar cómo los que comparecieron invitados por la Comisión de Buena Voluntad aceptaron firmar sin vacilaciones que darían su apoyo al que triunfara en una escogencia de precandidatos, un gesto que habla muy en alto del patriotismo y amor por la democracia. Sería muy bueno que tanto talento como observamos en la juventud, tanto en los centros de estudios como en los partidos políticos y otros gremios, donde brillan jóvenes con ansias de construir una patria nueva, no dejen pasar la oportunidad que nos brindan los tiempos modernos y se decidan a participar en la política nuestra que hasta hoy ha estado llena de fracasos y sinsabores.

La Semana Santa que acaba de terminar ha sido un tiempo propicio para reflexionar sobre lo que ha vivido Nicaragua en los últimos años, reflexionar en nuestra actitud, en la de nuestros amigos, en la de nuestro pueblo sacrificado, en nuestra manera de hacer política sana, sin tropezones ni arreglos debajo de la mesa. Es hora de clarificar la política de nuestro país y son los jóvenes quienes deben tomar una sola bandera que es la azul y blanco de la patria.

Estoy escribiendo en el Domingo de Resurrección. Se dice fácil, pero es el día más grande del cristianismo, de toda la humanidad.

Cuando buscaron al Señor y no lo encontraron en su tumba, Él mismo apareció más luminoso que el sol y les dijo: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?” Nuestro Cristo nos ha resucitado a todos, estamos vivos y Él está junto a nosotros ayudándonos siempre. Cambiemos de actitud, perdonemos a quienes nos han ofendido, hagámoslo todo pensando en el bienestar de los que nada tienen, en nuestro pueblo pobre y desamparado, hagámonos todos hermanos los unos y los otros y así formaremos un mundo libre y una patria que sea orgullo de nuestros vecinos y ejemplo del mundo. Hagamos una revolución de valentía, coraje y amor.

El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

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