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La niñez en el futuro

El futuro no existe es una afirmación inundada por un radical escepticismo. No existe porque carece de un contenido específico que las generaciones vivientes no pueden comprobar en el detalle visible o sentido ni en los parámetros de la imaginación que tiene la opción de brillar con luces o padecer la nubosidad del misterio. La existencia verbal por supuesto está incrustada en la terminología que la distingue. Conjugarla en tiempo presente es una realidad. El pretérito en el indicativo es algo que ya sintió el habitante en carne propia. Cuando piensa en futuro lo que hace es dar un paso adelante con el éxtasis de la hipótesis si el estado anímico es un favorecedor o lo opuesto a la presunción. La inclusión lógica de un antecedente podría darle categoría. En todo caso todo depende de la imaginación.

Pisando la superficie de la tierra que nos vio nacer está el júbilo ante la madre encantada por el advenimiento del niño o de la niña. El nacimiento vislumbra al futuro. Por eso siempre florece el placer cuando estamos frente a la niñez, halagado el paisaje que el destino dibuja.

Pensando ya en la recta final de la longevidad se me ocurrió escribir sobre el niño y el futuro poniendo un ejemplo. Quién iba a imaginar que Rubén al nacer iba a ser en la madurez un genio de la poesía. Son casos desde luego excepcionales. Pero en la relación con cada niño que nace permítaseme presentir el fatalismo en cuanto a que eso suceda con mayor probabilidad.

En ese sentido, pongo al niño o a la niña en las nuevas generaciones y en ese sentido pertenecen a ellas y por pertenecer a ellas, el tesoro es de incalculable valor, no por su culpa sino por las que padecen las generaciones adultas actuales en su forma de proceder cuando surgen dramas llenos de absoluto dolor en situaciones en que el niño tiene que sufrir intensamente más allá del llanto inocente con que vino al mundo. Pienso pues en su futuro y más ahora en la actualidad y en una circunstancia en el niño que nació en Israel o en Palestina. Murió pulverizado por la agresión de un bombardeo maniobrado por el terrorista.

Se informa que más de cincuenta niños fueron víctimas del fuego. Ángeles frustrados calcinados por algo que les negó drásticamente el porvenir. El bárbaro infanticidio apareció en las páginas de los periódicos, los mismos que publicaron el alto al fuego cuando ya era demasiado tarde la sospecha probable de que haya una renovación del patetismo. Hasta cuándo llegará la luz al Oriente. Hasta que respire la certeza de que el futuro existe. Mientras tanto será medido por la probabilidad.

El autor es periodista.

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