La aspiración de ponerse la corona sobre la cabeza parece fenecer. La prenda se encendió pero los términos de la perdurabilidad se han opacado. Mientras tanto el instinto de conservación con que el ser se mantiene firme. Las ganas de vivir mantiene siempre el valor natural que le ha caracterizado.
Me causó una negativa impresión las largas filas que se mantienen en los sitios indicados para ponerse una vacuna.
La puesta en escena de la jeringa ha sido pospuesta con justificación tardía y algunas veces sin previo aviso. No obstante los interesados se mantienen firmes con la seguridad de que la vacuna principalmente la que llena todos los requisitos de la doble dosis produce plenitud porque la primera inaugural se queda en la mitad del camino no satisfaciendo la certidumbre de quedar bien con la estabilidad de la existencia. Profunda es la frustración que sufre el paciente cuando después de recorrer distancias a pie sufre la desolación de retirarse de las filas con el vacío en el brazo. La escena repercute sin importar el color que tenga la noche donde se hace el depósito que algunas veces según las especulaciones llega vacía dejándose la frustración. No creo que eso sea una realidad. Son inventos nocivos pero andan sueltas. Vivimos un ambiente donde la mentira se repite no solo en lo que corresponde a esa estafa sino con la que tiene relación con otros acaecimientos de la vida donde están insertos tantos desaliños verbales, otras mentiras en el ambiente político por parte de los falsos profetas que se aprovechan de la ingenuidad o de la ignorancia para llevar agua sucia al molino.
Sin embargo, mientras esa calaña se queda pequeña en relación las alturas que dan en otros sitios, ya se sabe que la vacuna no inmuniza sino que es un coadyuvante para llegar a la meta donde se le da mayor prioridad al cuidado preventivo de lavarse las manos con la frecuencia oportuna y de seguir otros procedimientos que son también factores de arraigo para la preservación de los latidos del corazón, esos que paralizan al son del descenso del precioso ritmo.
En el momento en que escribo este artículo y en todos los momentos en que el tema es alusivo surgen por enésima vez los titulares que incitan la conmoción y a la inestabilidad, a la sensación extraviada de convivir con la incertidumbre. Veo —un ejemplo— un titular que dice en letras gordas: “Minsa suspende segunda dosis de vacuna”.
Y lo hace sin que haya una especificación de la fecha postergada con la ausencia de detalles vitales y con la banal justificación de proyectos de negociación. La noticia de fondo es la posposición hipotética. En esos casos no brilla la teoría de la esperanza.
El autor es periodista.