Me era difícil entender por qué los pueblos se hacían el harakiri, pero en realidad cuando llega el día D, la gran mayoría no usa la razón para emitir su voto, en ese momento la mayoría concurre a las urnas a votar con el hígado. El pueblo se cansa de los funcionarios públicos intermedios, quienes por estar en un cargo se creen dioses y tratan a los subalternos como esclavos y al público con malos tratos. Son estos funcionarios los que causan un gran daño a un partido político en el poder, los diputados, ministros y el presidente se vuelven inalcanzables para el pueblo, engañan a los que les ayudaron en la campaña política, siempre dicen que no están o están en reuniones.
El voto es más que una elección, es un acto de venganza contra el partido gobernante o contra un partido político que no está en el poder, pero quiere hacerse con él, como era el caso de Keiko Fujimori, y la mayoría prefiere darle el voto a un candidato desconocido, pero que manifestó su odio a la prensa independiente y contra lo que es Estado de derecho.
Ese candidato advirtió lo que vendrá, los que le dieron el voto no podrán alegar ignorancia.
Perú es una población que además de compartir fronteras con Ecuador, conoce perfectamente la situación autoritaria que vivió ese país, conoce la República de Argentina y lo que vive Venezuela. Con todo eso, ¿por qué habrán votado por la anarquía?
Según las estadísticas, en Perú existen 10 millones de personas en la pobreza, incrementada por la pandemia del Covid-19, carente de agua potable en la mayoría de los barrios.
Para subsistir a la pobreza y al hambre que sufre el pueblo, las mujeres se organizaron y elaboran alimentos en lo que se denomina ollas comunes, lo que ha salvado a miles de peruanos de morir de hambre durante la pandemia.
La población se encuentra poco desarrollada, casi predomina el analfabetismo, la violencia y delincuencia domina a una gran parte de la población.
Los venezolanos fueron advertidos de Hugo Chávez, pero estaban cansados de tanta corrupción, de tanta riqueza mal distribuida que no les importo por quién votar. Lo importante para ellos era salir del círculo vicioso sin importar como ni el porqué. Lo mismo ha pasado en los otros países.
En Perú, Keiko Fujimori no ha gobernado el país, pero el temor a la corrupción pesó más que la falta de visión por la patria; sin embargo, no podemos decir que el pueblo peruano se hizo el harakiri por lo cerrada de la votación, lo que significa que la mitad de la población estaba consciente del peligro que significa Castillo, esa parte de la población usó la razón para que su país no retrocediera en la pobreza ni en el sistema de derecho, pero no fue suficiente para alzarse con la victoria. La otra mitad no valoró la libertad.
El autor es comentarista político.