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La Universidad de Granada, la Revolución Liberal y la Universidad de León

En el siglo XIX también se dieron experiencias de educación superior en la otra ciudad colonial del país, la ciudad de Granada. En la década de los años cuarenta de ese siglo, funcionó en ella una universidad menor, conocida como Universidad de Oriente y Mediodía, o de Granada, que expidió varios títulos de bachiller en Filosofía y en Derecho Civil y Canónico.

Su organización siguió las normas establecidas en los estatutos de la Universidad de San Carlos de Guatemala, resultando electo como rector José Benito Rosales (?…–1850) y consiliarios los bachilleres Julián Mora, Fernando Lacayo, Buenaventura Selva, Rosalío Cortés, Bernabé Montiel, Pablo Solórzano, Juan Lugo y Francisco Barberena. Es interesante mencionar que esta institución editaba en su imprenta un periódico, Mentor Nicaragüense, cuyo director fue el bachiller Fruto Chamorro, quien más adelante sería el primer presidente de la República de Nicaragua.

En este periódico, que circuló entre octubre de 1841 y abril de 1842, en una de sus ediciones se publicó un texto que “contenía todo un programa intelectual”, de la propia Universidad, según el historiador Jorge Eduardo Arellano, en su libro Granada colonial (1989), que me ha sido muy útil para elaborar este artículo, ya que el periódico era una extensión de la misma. Según este texto, los objetivos de la Universidad y de su órgano de difusión eran: “La ilustración de los pueblos presentándoles doctrinas claras y sencillas de las materias que más le interesen; manifestarle todo aquello que influya en su bien y prosperidad; formar el espíritu público sobre las sólidas y verdaderas bases en que se funda nuestro sistema de Gobierno; y poner al alcance de todos, cuantas ideas y pensamientos hayan en relación con estos objetos”.

Cabe anotar que en esta Universidad menor se graduó la primera mujer que en Nicaragua obtuvo el título de Bachiller en Artes y Filosofía: Josefa Vega, en 1852.

En 1871 la Universidad menor se transformó en Academia Científica. En 1879 fue elevada al rango de Universidad mayor por el presidente Vicente Cuadra, pudiendo ya conferir el grado de licenciado. En las últimas décadas del siglo XIX careció de edificio propio; las clases eran impartidas en el Colegio de Granada o en las casas de habitación de los catedráticos. Será hasta principios del siglo XX que por decreto del 13 de febrero de 1918, y en respuesta a las gestiones del eminente médico, doctor Juan José Martínez, que se creará, oficialmente en la ciudad de Granada, una Escuela de Medicina y Cirugía, con decanos y profesores que ejercían sus funciones ad-honores. A partir de la década siguiente fueron reorganizados los estudios jurídicos, con una Escuela de Derecho que también funcionó sin recursos económicos, pese a que notables abogados granadinos figuraban en su cuerpo docente, como los doctores Carlos Cuadra Pasos (1879-1964), Joaquín Cuadra Zavala, Camilo Barberena Díaz y otros.

La Universidad de Granada fue clausurada por Anastasio Somoza García en 1951. En el país solo quedó la Universidad de León, elevada a rango nacional en 1947, como Universidad Nacional de Nicaragua. En 1958 conquistó su autonomía gracias a las gestiones del rector Mariano Fiallos Gil.

Mariano Fiallos Gil hace una valoración general de la vida universitaria en el siglo XIX en los términos siguientes, referidos principalmente al aporte de la antigua Universidad de la ciudad de León, urbe a la que Fiallos califica como “Seminarista y universitaria, conventual y caballeresca”: “Los viejos leoneses eminentes, que nosotros todavía alabamos —algunos de cuyos retratos se sostienen en las paredes de nuestra Universidad— tuvieron la divina inquietud de la sabiduría; y muchos de los que se educaron en Nicaragua y no salieron de ella, anduvieron hurgando entre los libros que podían conseguir para satisfacer así sus inquietudes. No eran, en realidad, hombres integralmente cultos; sus lagunas fueron numerosas, pero, en cambio, su talento, su voluntad y su afán de superarse salvaban en grado sumo los huecos de su erudición. Ellos tuvieron la suerte de romper —bajo las banderas de la revolución liberal de 1893— el muro infranqueable de prejuicios que la colonia había edificado, con los restos del aristotelismo, para encerrar a la inteligencia. Fueron los contemporáneos de Rubén Darío y la gloria de este les sirvió de estímulo”.

En 1893, con el triunfo de la revolución liberal del general José Santos Zelaya, la Universidad de León fue reorganizada, siguiendo de lleno el modelo llamado francés o napoleónico, de corte eminentemente profesionalista. Se suprimió el cargo de rector; se eliminó el latín de los títulos universitarios; se dejó de otorgar el grado de licenciado, quedando únicamente el de doctor, pero no como dignidad académica, sino como simple título profesional. La enseñanza fue organizada sobre la base de facultades o escuelas profesionales aisladas, bajo las orientaciones de sus respectivas juntas directivas. Los decanos y los profesores eran nombrados directamente por el poder ejecutivo. Desaparece todo vestigio de autonomía universitaria.

Al igual de lo que ocurrió en muchos otros países de América Latina, la sustitución del arquetipo universitario colonial por la universidad profesionalizante, calcada en el modelo francés, produjo la quiebra de la concepción unitaria de la universidad, que desde entonces quedó fraccionada en un conglomerado de escuelas profesionales dispersas, sin núcleo aglutinador. La universidad colonial, pese a todos sus defectos, no puede negarse que fue una institución unitaria, una totalidad y no un simple agregado, con una visión propia del mundo, del hombre y de la sociedad. La adopción del modelo francés significó la desarticulación de la universidad y su sometimiento a la tutela y guía del Estado, con supresión de su menguada autonomía.

El énfasis profesionalista, y el reemplazo de la universidad por un agregado de escuelas profesionales, son los rasgos dominantes de este modelo, así como la separación de la investigación científica, que deja de ser tarea universitaria para asignarse en las academias, que en Nicaragua no llegaron a fundarse o no prosperaron. El cometido de la universidad se limitó a preparar los profesionales requeridos por la administración pública y las necesidades sociales más apremiantes. Es decir, proporcionar adiestramiento profesional a la clase directora de la sociedad, encargada de guiar los primeros pasos de las recién fundadas repúblicas.

La reforma universitaria, propiciada por el rector Fiallos Gil introdujo el primer año de Estudios Generales (el llamado Año Básico), estableció el sistema departamental, creó la Escuela de Ciencias y Letras, con departamentos al servicio de toda la Universidad e introdujo el sistema de créditos. La reforma fue continuada por quien escribe este artículo, cuando asumió la rectoría de la UNAN.

El autor fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en tres períodos (Noviembre 1964-Marzo1944).

Opinión Revolución Liberal
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