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Hermandad cubana-nicaragüense

Al igual que en José Martí y Rubén Darío no deben haber rivalidades, pues ambos fueron más que todo grandes humanistas, grandes hombre de nación y de pensamiento (y amigos que mutuamente se admiraron y respetaron), en las relaciones cubano-nicaragüenses dentro de Estados Unidos, producto de migraciones forzosas en gran medida, deben estrecharse lazos de hermandad y compartimentación para salir adelante; empujar positivamente la economía de este gran país que nos ha dado la mano y propiciar la buena vida, la prosperidad personal y de nuestras familias y vivir vidas en las que la felicidad y el sustento diario sean siempre promisorios.

Recientes declaraciones del intelectual y escritor cubano Tony Calatayud así lo demuestran, por lo que sus palabras, en el actual contexto preelectoral del condado de Miami Dade, en donde compiten muchos ciudadanos de estos países, así como de otros, no debe ser motivo de disputa ni de ataques entre contendientes, sino de luchas auténticamente limpias, transparentes y competitivas, como ocurre en toda democracia y en todo sistema en libertad.

Según Tony, ese buen conversador inmerso en la holística de su gran país, Cuba, así como de la historia en general, quien viernes a viernes reúne a lo más granado de la intelectualidad y comunidad hispana en su ya clásica “Peña Martiana”, ha dicho que “la fraterna comunidad nicaragüense debe tener su propia representación política”, en clara referencia a la candidatura de la joven profesional y mujer de empresa Sophia Lacayo, quien se ha postulado para comisionada por el circuito 12 de Miami Dade, referencia que resulta provechosa para la consolidación de dicha hermandad referida.

Este próximo 23 de agosto serán las elecciones para el cargo de comisionado de Miami Dade, los contendientes son ella y el actual alcalde Juan Carlos Bermúdez, ya veterano en cargos administrativos, pero quien aspira a otro periodo más, ahora como comisionado compitiendo con Sophia Lacayo, esa rebelde y perseverante mujer que se ha venido imponiendo en una sociedad también machista, aunque sea en el país potencia mundial: la gran nación de los Estados Unidos de América.

En los grandes acontecimientos políticos e históricos, ambos países, la isla caribeña y la nación pinolera han estado siempre unidos, lo que también va para los intercambios culturales y deportivos, entre otros lazos de fraternidad abierta.

La cubanía en Estados Unidos, y sobre todo en el estado de la Florida, tiene muchos pilares sólidos, lo que ha venido a generar una amplia herencia hispana en una nación en la que prevalece el inglés. La mayoría de autoridades políticas, desde comisionados hasta senadores, son en gran parte de origen cubano, aunque ya muchos nacidos en esta tierra. Esta migración, si bien es cierto ya tenía antecedentes desde antes del derrocamiento de Batista y la abrupta toma del poder de parte de Fidel Castro y su aparataje subversivo guerrillero, se agranda más tras el inmenso éxodo cubano desde 1959 cuando el sistema comunista se implanta en el país, hasta el día de hoy. Algo similar ha ocurrido con los nicaragüenses que han arribado a la Florida, sobre todo en el sur, acá en Miami, aunque en menor tiempo y en menor cantidad.

Se dice que Miami es, además de la Capital del Sol, la capital de América Latina y de las Américas, y mucho hay de cierto en eso, pues aquí convergen tras el turismo dado el hermoso paisaje de sus playas, pero también por negocios, gastronomía y un flamante tráfico viajero internacional, gentes de toda Hispanoamérica y del mundo entero. Es más, Miami está dejando de ser esa ciudad con menos empuje social y cultural que otras ciudades grandes de la Unión Americana, como Nueva York, Los Ángeles o Washington han sostenido en el tiempo, para irse convirtiendo en una de las más importantes de Estados Unidos, aun con la feria anual de sus huracanes y del atisbo infernal de sus calores.

Por eso aquí se vuelve también más importante la política, y por eso es sano y bueno que lleguen a ella personas calificadas y dispuestas a trabajar por la comunidad y no para servirse de ella. Sophia es uno de esos casos junto con otros buenos y bien intencionados candidatos.

“Como miembro de la comunidad cubana del sur de la Florida quiero hacer público y notorio mi apoyo a la candidatura para comisionada del condado Miami-Dade, Distrito 12, de Sophia Lacayo, una exitosa empresaria, dirigente comunitaria nicaragüense y amiga personal”, dijo Calatayud recientemente. Y qué bueno que esta proclama venga de un cubano que conoce bien de lo que estamos hablando, y que por lo tanto está consciente de que se torna necesario, además de un relevo generacional que ella conlleva, la alternabilidad en el manejo de la cosa pública para seguir sacando adelante a Miami.

Sostiene quien endosa la candidatura de ella, aduciendo que el gran Miami metropolitano, el condado de Miami-Dade, es la casa y la cuna de una multiplicidad de nacionalidades y etnias que son como un bello mosaico donde se refleja la diversidad y la vitalidad de esta ciudad, que ya es una de las principales capitales del mundo: la Capital del Sol, como en efecto lo es. Atestiguando además, que en ella vivimos “como hermanos” centenares de miles de ciudadanos cuyos orígenes nacionales no deben separarnos sino unirnos cada día más, patentando que ese es el caso, o bien que debería ser, de ellos los cubanos hacia los nicaragüenses.

Aparte de la peña martiana, con Tony Calatayud hemos compartido café (la colada cubana) en sitios emblemáticos como El Versalles, en donde hemos degustado tintos y horas analizando la triste realidad de nuestros pueblos y visualizando cómo salir de esta crisis en la que los cubanos ya llevan más de 60 años. No obstante, lo regocija el saber que aparte de convivir y trabajar juntos en esta gran urbe, históricamente, nuestras dos comunidades no solo están unidas por la causa común de la libertad y la democracia en América, sino también por el agradecimiento.

“Los cubanos no podemos olvidar, y menos yo, como veterano de la Brigada 2506, cómo el hermano pueblo nicaragüense nos brindó entonces su territorio para, desde allí, partir a cumplir, con las armas en la mano, nuestro deber de cubanos”. En efecto, el gobierno de Somoza respalda dicha invasión y presta el territorio de Puerto Cabezas para que de ahí despeguen aviones para combatir en Cuba, en esa fallida epopeya que tanta propaganda en beneficio propio supo sacarle provecho la tiranía de Fidel Castro, sus adláteres y buena parte de sus intelectuales y artistas.

Dentro de este histórico y oportuno apoyo, el intelectual cubano deja claro que este respaldo lo hace en momentos en que aún se sigue repitiendo la vieja consigna uninacionalista y discriminadora, que algunos repiten: “Cubano, vota cubano”, señalando también que ellos, los cubanos, tienen una enorme representación de oficiales electos, de servidores públicos, que mayormente les honran, criterio que también muchos nicaragüenses, y estoy seguro el resto de hispanos como los venezolanos, colombianos, centroamericanos y demás, compartimos también.

Valiente Tony, pues sabe que este respaldo de un cubano a una nicaragüense no vendrá a ser del agrado de algunos de sus compatriotas. Pero que su conciencia y su sentir de ciudadano estadista permanezca para siempre libre e independiente, sobre todo cuando recalca que es hora de darle un chance, una oportunidad, a los hermanos de la Nicaragua mártir.

¡Salud Tony Calatayud!

El autor es poeta y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista internacional y fundador del Foro de Miami.

Opinión Nicaragua
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