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Análisis del poema El soldado desconocido

En la poesía de El soldado desconocido (de Salomón de la Selva) se observan las tendencias estéticas del nuevo surgimiento vanguardista. El lenguaje es algunas veces coloquial, abandonando los recursos estilísticos clásicos. Encontramos flexibilidad, libertad métrica en el verso libre, mezclando formas de lo cotidiano con rimas tradicionales. A menudo su poesía hace alusión a la naturaleza, con un análisis psicológico de los personajes; de ese soldado en la trinchera que a través de su “yo” interno y el de sus semejantes, alcanza un eco decisivo y sicoanalista que es herencia, de Sigmund Freud (1856-1939).

Existe en ella un fluir de la conciencia (stream of consciousness) que brota como un río desencadenado, presentado momentos que pueden ser cronológicos y en otros, intercalando el presente con recuerdos y añoranzas de su pasado, de esa Nicaragua, que le late dentro de su corazón, con los recuerdos dejados por su novia, como lo vemos en sus Cartas, que van yendo del pasado al presente al futuro para regresar nuevamente al mundo de su subconsciente, con sus monólogos interiores de fantasías y sueños.

El poema El soldado desconocido se divide en cinco partes denominadas jornadas llevando cada una un título. Jornada primera, Voluntario romántico; Jornada segunda, Soldado nuevo; Jornada tercera, Mȇlée; Jornada cuarta, En Londres; Jornada quinta, Sunt lachrymae. Su continuidad temporal es lineal, el autor da unidad semántica y estructural a su obra exponiendo el proceso de transformación que va sufriendo el poeta o el “yo” lírico mientras mantiene una sola estructura para crear una obra unitaria en un solo poema. Va creando un relato cronológico entre jornadas mientras progresivamente va sufriendo una transformación con las experiencias bélicas que vive.

En la primera jornada se manifiesta como un poeta voluntario y romántico, el de antes de partir a la guerra donde primeramente escribe su Testamento temiéndole a su futura muerte a pesar de que esta sería heroica. Su comportamiento es fundamentalmente profundo religioso y panteísta.

 En Soldado nuevo, poema de su segunda jornada, el personaje lírico se ha establecido ya como soldado y siente la “vergüenza” expresada en este poema al no poder encontrar su reconciliación. Vemos presente sus sufrimientos que divagan entre la ambigüedad de ser poeta o ser soldado.

En Mȇlée de la jornada tercera, aparece su llegada a Flandes donde experimenta por vez primera la realidad de enfrentar la violencia de la guerra. Esta es la jornada más larga y de mayor tensión de todo el poema donde las escenas de guerras se presentarán en abundancia, suavizando la monotonía con el uso de gerundios, enumeraciones, aliteraciones y el uso del pretérito perfecto como lo veremos en el poema Heridos: “He visto a los heridos: / ¡Qué horribles son los trapos manchados de sangre! / Y los hombres que se quejan mucho”, haciéndolo muy vívido.

Aquí aparecerán también sus tres Cartas, y su famoso poema La Bala el 4 más recordado que guarda para la historia su sello de distinción como poeta. El tiempo de la duración de esta jornada se vuelve impreciso.

En la cuarta jornada ya en Londres, rompe con el tiempo cíclico de los poemas del combate y el poeta se encuentra deambulando por la ciudad como su poema lo indica: “Convaleciente” en su “traje azul claro, de lana durando este impasse” un día mientras descansaba. Mostrando su convivencia con la gente de la ciudad, sintiéndose desterrado, y alienado sometiéndose a las preguntas: “Estas pobres mujeres preguntonas”, sintiéndose extraño: “Yo no conozco a nadie” lo único que tiene seguro es el regreso, al día siguiente, “a ese infierno” al de la guerra. Aquí recordará en “Noticias de Nicaragua” el sentirse loco a causa de su decisión por ir a la guerra. Alude a Londres, Nicaragua y a Estados Unidos tres geografías que están presentes.

En su poema: Sobre una fotografía de la Quinta avenida recordará a New York, ciudad donde vivió desde muy joven, a las banderas con “barras y las estrellas formidables” que se ven en la Avenida, “¡tantas y tantas banderas! / ¡son harapos!” En señal de desprecio, donde solamente siente el espanto seguro de verse al día siguiente en aquel “infierno” terminando, en: De profundis como en un acto religioso, implorando a “Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo”.

 En la quinta jornada: Sunt Lachrymae Rerun, el poeta retorna al campo de batalla donde el espacio y el tiempo parecieran conciliarse, haciendo alusión a la mitología grecolatina recordando el jardín de Pieria en su Oda a Safo: Busqué el jardín de Pieria / toda mi vida en vano”. Haciendo mención en Epigrama a Helena de Troya: “Homero fue cegado / por decir mal de Helena: / Lo castigó el Cronida”.

 Luego existe una tensión entre idealismo y realismo y los detalles bélicos van desapareciendo, y va aceptando el devenir de su condición humana como lo muestra en La Paz: “Es una mujer bella/ y más que bella mala: / ¡Ella es Lilith la traicionera! / ella es Circe / Ella es la Sirena”. Existe una transformación donde toma consciencia sin romanticismo pero más humanista y cristiano una aceptación de su destino.

 En Oración dice: ¡Señor, son tan niños los hombres/ que habrá que perdonarlos! La paz es una muñeca de porcelana / que rompieron/ para jugar con cañones/ y aeroplanos/ y submarinos/ y tanques. Apoyado en ese cristianismo finalmente trasciende encontrado el sentido de la vida en el arte mediante la unión con Dios.

La autora es Máster en literatura española.

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