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Postalita al cardenal Brenes

El pasado 29 de agosto escribí un artículo el que titulé: Postalita al Che Francisco, resultó ser un artículo que generó comentarios de todo tipo, desde los que creyeron que era una irreverencia comparar al papa Francisco con el Che Guevara —como mi amigo Arnoldo— a otros que, al contrario, consideraron que fui demasiado diplomático con él, pues según ellos está muy lejos de estar a la altura de lo que se espera de un heredero del trono de San Pedro.

En esta ocasión he querido enviarle una postalita a nuestro cardenal Leopoldo Brenes, conocido cariñosamente como Polito. La razón, la misma que me motivó escribirle al papa, aunque aclaro que cuando lo llamé che Francisco, lo hice por su país de nacimiento, Argentina y no por el comunista muerto en Bolivia.

Pero volviendo con el cardenal Polito, tiene rato de estar en la picota pública por las razones que todos conocemos y que no considero prudente para mi salud comentarlas y tampoco creo que haga falta hacerlo. Sí, me voy a referir a su ausencia en el consistorio celebrado en Roma la última semana de agosto. A todas luces por múltiples razones terrenales y clericales una reunión a la que no debió faltar, aunque a decir verdad su excusa por no haber asistido la considero más que justificada como hijo y me sumo a todos aquellos que ruegan al Creador por la pronta sanación de los males que aquejan a su madre.

Aunque como católico príncipe de la iglesia, nuestro cardenal faltó por completo a lo mandatado por Jesús en el libro de Lucas, versículos 14 al 26, que textualmente dice: “Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo”, termina diciendo.

 En un momento en que cada día somos menos los que consideramos que el remedio para reconstruir nuestra sociedad pasa por un gran acuerdo nacional en el que todos depongamos algo en beneficio de un futuro menos aciago para nuestros hijos, si los líderes de nuestra Iglesia católica se aíslan, reflejan una actitud que habla muy mal de su capacidad y entereza para enfrentar las pruebas a las que está siendo sometida la Iglesia que representan.

Quero ser enfático y no dejar margen a ningún tipo de elucubración de a que me estoy refiriendo cuando menciono al cardenal Brenes. Me refiero a que él, con la autoridad que tiene, es uno de los pocos que puede mediar para encontrar una solución pacífica, democrática, humana, aceptada por todos. Si aquí por algún motivo llegaran a ganar —por utilizar un término— los opositores recalcitrantes como les llaman en el Gobierno, les puedo asegurar que Nicaragua habrá perdido una vez más. Si por el contrario se imponen los que consideran que los que no pertenecemos al partido de gobierno somos sus enemigos, también habremos perdido otra oportunidad de lograr esa paz social que se nos ha escurrido de entre las manos por más de dos siglos.

Para finalizar, considero que ni el papa Francisco ni el cardenal Brenes son infalibles como lo fue nuestro señor Jesucristo, ambos son hombres con sus virtudes y defectos, con sus limitaciones humanas y estas se revelan en sus acciones.

En una ocasión un hombre del que aprendí mucho (don Arturo Cruz, padre, q.e.p.d.) me dijo: “Jamás juzgues a un hombre dejando a un lado las circunstancias que lo rodean”. Por lo tanto, a riesgo de volver a ser criticado, sigo aferrado a la idea de que en algún lugar, en algún momento, alguien o algo nos hará entrar en razón y nos hará abandonar esos odios mutuos y juntos iniciar la reconstrucción social necesaria para construir la Nicaragua en la que nuestros hijos merecen vivir. Si no lo hacemos nosotros hoy, puedo asegurarles que otros lo harán mañana y mi apreciado cardenal Brenes habrá perdido la oportunidad de ser el precursor y padre de la patria que todos añoramos.

El autor es comentarista político y directivo nacional de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense.

Opinión Iglesia Católica Nicaragua Papa Francisco
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