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Doña Violeta: la madre de los nicaragüenses

Hace dos años escribí una nota sobre doña Violeta Barrios de Chamorro, con motivo de su cumpleaños, que me parece oportuno recordarla agregándole algunos comentarios ahora que celebramos su 93 natalicio.

Le dije entonces que los nicaragüenses cada día necesitamos más el amor a Nicaragua que ella tiene y que como madre procuró unirnos.

Que mi familia y yo la queremos más cada día que pasa.

Es que hoy, 18 de octubre del 2022, cumple 93 años D. Violeta Barrios de Chamorro quien, junto con la Virgen María, es la madre de los nicaragüenses.

Sabemos que doña Violeta no está bien de salud por lo que con más razón los nicaragüenses le queremos decir que tenga un buen día y pronta recuperación. También que la queremos mucho.

Como la bandera azul y blanca que hoy se alza orgullosamente de nuevo en todo el país, ella bajo su presidencia nos cobijó y protegió, y como buena madre procuró con su amor unirnos a todos en una sola Nicaragua a la que todos pertenecemos. 

Éramos todos sus “muchachos” o “muchachitos” (digo éramos porque han pasado 30 años y ya no somos tan jóvenes). Liberales como yo, conservadores, miembros de la UNO, periodistas, sacerdotes (como lo relató a finales del 2018 monseñor Báez) y sandinistas (en ese tiempo todavía no había orteguistas ni falsos conversos a la democracia y a los derechos humanos que en su tiempo destruyeron).

Bajo su gobierno regresó la paz y se comenzaron a calmar los ánimos y las rencillas.

Y luego de la destrucción, la discordia, la violencia, la enemistad y el empobrecimiento del país en las más que oscuras noches de los 1980’s, doña Violeta comenzó, con éxito y guantes de seda y temple de acero, la larga y difícil tarea de construir un país democrático, próspero, justo, tolerante, con instituciones que protegieran los derechos y el bienestar de todos los nicaragüenses, particularmente el de los más pobres. Derechos y bienestar que se habían acabado en la penumbra de los 1980’s y que de nuevo se han perdido bajo los nuevos filibusteros.

Su legado y actuación le han conquistado mucha honra, respeto, admiración y cariño en los nicaragüenses.  La patria ya se lo reconoce y la historia se lo reconocerá cada día más. 

En un plano personal nunca se me olvida que la conocimos más de cerca cuando siendo presidente, visitaba en Maryland EE. UU. a nuestros amigos, su hija D. Claudia Lucía y su esposo el doctor Edmundo Jarquín.

Desde entonces desarrollamos con ella una amistad llena de cariño y admiración por su sencillez, sinceridad, honestidad, bondad y buen humor. 

Recuerdo que a mi esposa Guadalupe le tenía un cariño especial. A menudo la invitaba a que llegara en la noche a la casa de Claudia a platicar.

A doña Violeta, mi familia y yo la queremos mucho. Que Dios nos la siga cuidando.

El autor es bachiller del Colegio Centro América

Opinión conservadores democracia liberales libertad Nicaragua
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