En dos artículos anteriores a este opiné que no les veía ninguna oportunidad a los candidatos de los partidos que corrían contra el partido de gobierno. La razón, no hicieron campaña, no animaron jamás a sus partidarios y mucho menos a los que, como yo, no pertenecemos a ningún partido político.
A Albert Einstein se le atribuye la frase: “No esperes resultados diferentes si siempre haces lo mismo”; y los cuatro partidos que han acompañado en las últimas elecciones al partido de gobierno han cumplido a medias el requisito de presentar candidatos y cada vez tienen más dificultades para cumplir con la cantidad de fiscales requeridos para defender su voto.
Interpretando el silencio de las autoridades del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), del Partido Liberal Independiente (PLI), de la Alianza por la República (Apre) y Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) tenemos que debo asumir que aceptan los resultados tal cual los anunciaron los magistrados del Consejo Supremo Electoral. Por mi parte que también ejercí mi derecho contemplado en la Constitución, no puedo ser más papista que el papa y a juzgar por la tranquilidad con que la población recibió los resultados de la misma, asumo que en su gran mayoría piensan como yo.
Platicando con un amigo con muy buenas relaciones en el imperio, este me decía que el problema de la oposición nicaragüense entre otras cosas es que están esperando que la comunidad internacional les resuelva su problema de la manera que ellos esperan y que eso no va a pasar. Lo otro es que la intransigencia y falta de visión política actual es producto de su incapacidad y falta de liderazgo. Algo con lo que yo estoy de acuerdo, pues durante los años 2019, 2020 e inclusive parte del 2021, me cansé de escribir y expresar en cuanto medio me fue posible, que las diferentes organizaciones políticas y sus aspirantes a presidentes no tenían idea de cómo resolver la problemática que enfrentaban, el resultado fue el que ya todos hemos visto y cuya secuela se ha reflejado en los comicios edilicios recién pasados.
A todo esto, ustedes mis apreciados lectores se preguntarán ¿y el pueblo? Mi respuesta es sencilla, como todos los pueblos del mundo desde tiempos inmemoriales; esperando por un Moisés. Pero resulta que los Moiseses tardan mucho en aparecer, por lo que yo apunto más a un entendimiento que nos permita retornar a la paz social que necesitamos para que Nicaragua vuelva a ser un país en que quepamos todos sus ciudadanos.
Para aquellos criticones, quiero dejar claro que los resultados finales me dejaron algunas dudas, entre ellas la cercanía en la cantidad de votos a nivel nacional que obtuvieron tres partidos de los cuatro que enfrentaron al partido de gobierno. Pero como asumo que esos números los hacen felices, hasta allí llego con mis comentarios al respecto.
Para que no se diga que solo veo máculas en la oposición, mi mensaje a modo de consejo al partido de gobierno y sus líderes es que después de la gran bailada de celebración, la tarea debería ser tratar de encontrar consensos. Recordarles que la paz solo es posible cuando la totalidad de los ciudadanos de un país sienten que sus derechos son respetados, que todos sientan que tienen igualdad de oportunidades de acuerdo a sus habilidades y conocimientos, pero por, sobre todo, que sienten que sus gobernantes gobiernan por igual para adeptos y des adeptos. De no darse eso, en algún momento alguien se va a imponer sobre el otro y al igual que en el pasado, sin importar quién se imponga, Nicaragua habrá perdido una vez más.
El autor es comentarista político y directivo de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense
