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La malévola deidad de la envidia 

En LA PRENSA del sábado 3 de noviembre fue publicado un excelente artículo de contenido cultural escrito por la profesora Josefina Haydée Argüello, master en Literatura Española. La envidia, es su título.

Al referirse a esa flaqueza moral de la persona humana, la profesora Argüello ilustra su artículo con referencias a personajes y hechos  históricos que son, dice, “una pequeña representación de lo dañino moralmente bajo que puede llegar a ser la envidia”.

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la envidia como, 1) el “sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee”. 2) el “deseo de hacer o tener lo que otra persona tiene”. Y envidiar dice que es “tener envidia de alguien o de algo, dolerse del bien ajeno”.

En la práctica de la vida cotidiana la envidia es causa de la desgracia ajena, y de la propia, como lo demuestran los casos mostrados por la profesora Argüello.

En la doctrina católica la envidia es uno de los siete pecados capitales. La envidia es una transgresión del décimo mandamiento de la ley de Dios. Para San Agustín significa el “pecado diabólico por excelencia”. Y San Gregorio Magno explicó que “de la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad”.

En realidad, la envidia es un defecto de  la naturaleza humana, el cual se debe a que el hombre está hecho de una variedad muy especial de madera fallida, según la reflexión filosófica de Immanuel Kant.

La envidia es una representación del mal interno, contra el cual, el bien —que igualmente anida en el interior de la persona— debe luchar de manera permanente con las armas virtuosas de la conciencia moral, la buena educación y la cultura en su mejor sentido.

Porque la envidia es propia de la naturaleza humana ya en la más remota antigüedad las personas crearon  deidades mitológicas para representarla: Ptonos en la mitología griega, Invidia en la romana.

El mitógrafo francés Jean Francois Michel Noël dice que los griegos daban también a Ptonos la significación del mal de ojo que atacaba particularmente a los niños de la primera infancia. Y para protegerlos de este genio maléfico, tomaban con los dedos lodo del fondo de los baños y se los untaban en la frente

También para los romanos Invidia tenía el significado de mal de ojo. Creían que era hija de la oscuridad. La representaban con una anguila, pues decían que esta tenía envidia de los demás peces.

También tenían a Invidia como patrona de las brujas. La imaginaban con la figura de una persona muy vieja, horriblemente flaca, con la cabeza llena de culebras en vez de cabellos, los ojos fieros y hundidos, la piel extremadamente pálida, llevando serpientes en las manos.

En la búsqueda de víctimas del mal Invidia guiaba a  Calumnia, otra divinidad malévola que se dedicaba a  sembrar la cizaña de la duda, la desconfianza y el odio entre los dioses y las personas humanas.

Ptonos, o Invidia en su caso, era una divinidad abominable que por el placer de hacer maldades, generaba sentimientos de venganza y celos extremos, ambición de lo ajeno, amargura por el éxito de los demás, induciendo a las personas a tener comportamientos ruines y miserables.

Ahora los mitos solo son referencias culturales pero la envidia sigue provocando el mismo daño terrible. Y lo seguirá haciendo mientras exista la raza humana, con su belleza y su fealdad, con sus vicios y sus virtudes, con sus grandezas y sus bajezas.

Y al mismo tiempo, las doctrinas éticas, los códigos morales y las religiones seguirán haciendo esfuerzos por limpiar el alma humana de toda inclinación a la maldad. Aunque es obvio que en ese afán tan generoso no siempre tienen el éxito deseable.

Opinión desgracia envidia reflexión
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