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Un discurso, casi indiferente, pero necesario

Con cierta indiferencia ha pasado el discurso sobre la economía, publicado por Bayardo Arce, asesor económico del dictador Ortega. La publicación se hizo en la esporádica revista digital Agatón, y no se sabe fecha y ocasión del mismo, pero hace sentido comentarlo porque forma parte de la narrativa gubernamental sobre la crisis política y sus consecuencias económicas.

Este comentario no solamente es por la razón anterior y el título de ese discurso, “Análisis de la situación económica antes y posterior al intento de derrocamiento del gobierno”, sino por otras razones. Primero, forma parte del discurso aglutinante del orteguismo armado, y no del sandinismo en general, cuya consideración debe tomarse en cuenta en la solución de la crisis; segundo, ignora, con el mismo título del discurso, todos los agravios acumulados en contra de diversos sectores sociales, que como he dicho en diversos artículos van desde la antesala en El Carmen de los empresarios, hasta las gestiones de becas, matrículas, tramos en los mercados y otras diligencias, que no se podían realizar sin verle la cara a oficiales del orteguismo; y, tercero, los resultados económicos de la dictadura no son diferentes a los que anteriormente habíamos alcanzado en libertad y democracia, y, como veremos a continuación, sustancialmente menores de no haberse contado con el apoyo de Venezuela.

En efecto, y sobre lo inmediatamente anterior, el crecimiento de la economía durante la dictadura de Ortega fue apenas ligeramente superior a los años precedentes, pese al viento de cola que le dejó Bolaños con la renegociación y reducción casi total de la deuda externa, un superávit fiscal y el auge sincronizado de todos los precios de exportación durante varios años del orteguismo. Y, lo que es peor, de no haberse recibido los varios miles de millones de dólares de la cooperación venezolana, que por cierto ayudaron a consolidar la dictadura, el crecimiento de la economía habría sido sustancialmente menor.

Pero particularmente llama la atención la expectativa que trasunta el discurso de Arce, después de semejante masacre, que se pueda rehacer la complacencia nacional e internacional que existía antes de abril de 2018, con la afirmación, en el propio discurso, que “todo eso también va preocupando a una serie de gente, lo cual nos da el escenario para seguir buscando cómo reconstruir la Triple Alianza…” que, según el propio discurso, así llama Ortega a la política de diálogo y consenso que existía hasta abril del 2018. A la vez, Arce por voz de Ortega amenaza a los empresarios del Cosep, señalando que “nosotros tenemos que andar ojo abierto de esos empresarios que pudieron haberse entusiasmado con el derrocamiento, pero saben que eso no está a la vuelta de la esquina. Y cuidado primero caen ellos y buscan no caer”.

El rechazo del Cosep a las reformas electorales y la elección de magistrados al Consejo Supremo Electoral (CSE), así como de los sectores de oposición, echa al traste esa expectativa de la dictadura.

Lo mismo puede decirse de la comunidad internacional, no solamente de la nueva administración en los Estados Unidos y la Unión Europea que han emitido una declaración, sino también de la Secretaría General de la OEA, que en un comunicado hace un recuento de los intentos de cooperación del organismo con el gobierno de Nicaragua y termina señalando que esas reformas y elección de magistrados “claramente dan ventaja absoluta al partido oficial en el control de la administración y justicia electoral, eliminando las garantías necesarias y la credibilidad institucional mínima para el desarrollo de un procesos electoral libre y justo en noviembre de 2021”.

El autor es abogado y economista. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

Opinión Bayardo Arce crisis política
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