Somos lo que creemos y creemos en lo que nos complementa. Renunciar a aquello que nos crea, a lo que nos vuelve humanos, es dejar de lado la vida misma.
Alonso Correa
Los espíritus de los pueblos
Los victimarios son los que, con lágrimas de mártir, se visten con las pieles de los verdugos para afianzarse en el poder y marcar de por vida la vida de los demás; lo son los que con garganta de oro llaman a los hijos del pueblo a hacer rodar las cabezas de los pueblos afligidos por la debilidad.
Periodismo I
Ser periodista no es hablar bien, ni escribir como Cervantes; ser periodista no es ponerse frente a una cámara o un micrófono y vomitar las frases de un guion nauseabundo y sugestionado.
Meditaciones
Alejarse de las ansiedades que florecen cuando uno vive envuelto en el manto del mañana es el primer objeto del que deshacerse una vez que se empieza a recorrer el camino del estoico.
Pasos en la orilla
La vida tampoco es muerte, porque, como dice Epicuro “es necio quien dice que teme la muerte, no porque sea temible una vez llegada, sino porque es temible el esperarla. Porque si una cosa no nos causa ningún daño con su presencia, es necio entristecerse por esperarla.
La iluminación de Buda o las bondades del eucalipto
El koala vive encerrado en su meditación con aroma a bálsamo, no busca más de lo que tiene, ni quiere más de lo que puede, vive entendiendo que todo lo que le rodea es parte de él y es feliz con eso.
Nosotros los primates
Pero ¿es que acaso los albañiles no son artesanos del hormigón y el acero o los médicos artistas del cuerpo y de las enfermedades o los ladrones economistas del dinero ajeno?, ¿o esos eran los políticos?
El monstruo de Frankenstein
El amor es verse reflejado en las otras personas, es buscar en los demás la más mísera pizca de ti mismo para encadenarse en el alma de los que nos rodean.
El cinismo de un extranjero
Me siento extranjero, sí. Porque no me encuentro dentro de un grupo. Porque no me siento parte de la manada cibernética. Me siento un extraño en un mundo que ya no reconozco…
Una carta abierta
El desinterés y el miedo de los que tienen bajo su control el manubrio de un Estado no satisfacen las ansias de respuestas que la mayoría de los partícipes de la democracia rebuscan con pancartas, gritos y marchas.