Tanto los derechos políticos, como los de propiedad en Nicaragua son inalienables, es decir, la Constitución expresamente los garantiza y protege para que no puedan ser conculcados

Realmente es un serio problema que nuestras universidades, en lugar de ser bastiones donde se enseñen y practiquen los valores democráticos.

El 1 de enero de 1959, al enterarme de que Fulgencio Batista había huido de Cuba, salí con unos amigos latinoamericanos a celebrarlo en las calles de París.

Los dioses griegos —creados por los hombres a su imagen y semejanza— viven como los mortales.

De hecho, Daniel Ortega ha suspendido todos los preceptos contenidos en las declaraciones constitucionales.

El pecado de Ciudadanos por la Libertad está en que cuando Ortega necesita dar algo le lave la cara y la Patria necesita la presión de todos para imponerle un acuerdo político que lo obligue, ellos se adelantan y van a colocarse frente a la casa de Ortega a cantar: “Tu gloria, tu gloria, gozoso este día…”

¿Cómo hablar de María con la suficiente ternura y con la necesaria verdad? ¿Cómo explicar su sencillez sin retóricas y su hondura sin palabrerías?

Si el campesinado tuviera patrocinadores y logística adecuada tengamos por seguro que los días del danielismo estarían contados. Reciedumbre, patriotismo y valentía les sobra a los campesinos.

En fechas recientes desde mi labor de docente he observado un mayor interés de los estudiantes universitarios por profundizar sobre el tema de Estado Social de Derecho

Dos tendencias se confirman día a día alejando en su andar por direcciones opuestas la posibilidad de un acuerdo sobre puntos básicos, acerca de los cuales sería posible la reconstrucción del país.