Armando Incer Barquero ve como fantasmas en su cabeza a los cientos de personas que disfrutaron de las bellezas del río Fonseca. La gente se bañaba, se hacían clavados del muro de contención de la represa y otros surcaban sus aguas en pequeños botes. Pero desde que inició la contaminación, a causa de las aguas negras de la ciudad, nadie volvió a visitarlo.
Todo empezó en 1950, cuando la moda de los inodoros llegó a la ciudad. Se creó una red subterránea de aguas negras que desembocaba en el río, la cual pasaba por el barrio El Muñeco, El Chorizo, La Quebrada, La Providencia hasta desembocar en el río y actualmente esas tuberías siguen ahí. “Así, la quebradita de agua fresca se convirtió en La Chingastosa, sucia, maloliente y generadora de enfermedades”, recordó Incer.
“Hoy en día el Fonseca sigue siendo muy importante porque es la principal fuente de (abastecimiento) de agua de Boaco y Santa Lucía, pese a que la contaminación ha ido aumentando, lastimosamente vemos que con los años el río está más despalado y seco, por eso se seca los últimos tres meses de verano. Si seguimos así, no tendremos fuente de agua a la cual recurrir”, explicó Luis Manuel Medina Almanza, exdelegado del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena).
Por su parte, la bióloga Eva Tablada comentó que “el problema de contaminar el río es que vas matando la fauna acuífera, es decir, los pescados. Además, ya no podés recurrir a esta fuente como medio de subsistencia. Si te acabás el río, el agua, te acabás todo, porque el agua es vida”.
Los pobladores de unos tres barrios ubicados sobre la ribera del río utilizan el agua de este para lavar, bañarse e incluso para beber.
También los boaqueños reciben agua del río Fonseca. Esta es llevada a una planta que se supone potabiliza el agua que luego es trasladada a los hogares a través de tuberías, de ahí la importancia de preservar esta fuente de agua. En el 2006 los usuarios de Enacal superaban los cuatro mil.
La topografía de la ciudad ha contribuido a la contaminación del río —expuso Medina—, puesto que todas las aguas pluviales, aguas mieles y servidas bajan al río por los desagües naturales. Además, los queseros llegan a lavar ahí sus camiones, pichingas y barriles.
A esto se suma la contaminación de Santa Lucía, donde nace el río —detalló Tablada—, luego de pasar de la ciudad se une con el río Malacatoya en Teustepe y después termina en el lago.
“Es una cadena de contaminación increíble, a tal grado que necesitaríamos un megaproyecto para mitigar este problema”, precisó Tablada.
¿CÓMO MITIGAR EL DAÑO?
“El río claramente está contaminado, el problema es que no existe un estudio que te diga a qué nivel ni qué bacterias son las que lleva”, precisó Kennet Lozano, responsable técnico de Marena.
Argumentó que la situación requiere un plan de manejo de la subcuenca y un plan de reforestación bien elaborado, “puesto que no bastaría con sembrar árboles en la ribera, sino en las zonas de recarga de agua”.
“Los árboles que se podrían sembrar en la ribera del río son Zapote Mico, Chilamate y Espabel, puesto que no son maderables y tienen un tipo de follaje idóneo para preservar la cuenca”, expuso Wilmer López, experto en Desarrollo Rural y Economía Ambiental.
Para López, el Gobierno debería de promover leyes dirigidas a la protección del medioambiente a través de incentivos. “No estoy hablando de dinero, sino de leyes, como la 462, que exime a las personas de cierta cantidad de impuesto por cierta cantidad de árboles sembrados en sus propiedades. Te aseguro que todos los finqueros estarían sembrando árboles si conocieran esa Ley”, indicó López.
Con el objetivo de descontaminar el río se construyeron hace algunos años las pilas de oxidación en el barrio La Bombilla, en las cuales se vierte el agua y se colocan al sol para que nazcan algas que luego se encargan de eliminar todas las bacterias del agua y así regresar el agua descontaminada al río.
LA PRENSA buscó durante una semana información en Enacal para corroborar si dicho proyecto estaba funcionando, pero los encargados de brindar información no se encontraban.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
En el 2006 los municipios de Boaco y Santa Lucía firmaron un convenio de colaboración sobre el manejo y protección del río Fonseca, mediante el cual se comprometieron a destinar un porcentaje del presupuesto municipal para la ejecución de proyectos de protección del río e impulsar la vigilancia en la parte de la cuenca. LA PRENSA buscó información en la Alcaldía de Boaco, pero el encargado no estaba.
“Lo cierto es que la descontaminación es una responsabilidad de todos, tanto de las instituciones de Gobierno como de la población y la Iglesia”, señaló la bióloga Eva Tablada.
Por su parte, Wilmer López, experto en Desarrollo Rural y Economía Ambiental, instó a los jóvenes a tomar la iniciativa en el asunto. “Los jóvenes pueden presionar a las instituciones y pedir un cambio. Poner ellos sus esfuerzos y sus manos para la siembra de árboles y la realización de campañas para concientizar a la población de cuidar su medioambiente”, agregó.