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¿Es Nicaragua un Estado caribeño?

¿Es Nicaragua un Estado caribeño, a pesar de tener 541 kilómetros de costa (el doble de Costa Rica) sobre ese mar? Definitivamente no. El grueso de la población desconoce lo que en Nicaragua llamamos la Costa Atlántica, o tienen una idea misteriosa de la misma, y pocos, poquísimos, tienen una visión idílica y turística simbolizada en Corn Island y Little Corn Island.

Hasta que los huracanes Iota y Eta “descubrieron” que somos un país, en términos físicos, caribeño, y expusieron frente a nuestros ojos la pobreza y miseria, el creciente mestizaje de su población, la segregación racial de la población negra e indígena, y la extrema marginalidad y subdesarrollo de la región atlántica de Nicaragua.

En estas páginas he sostenido que se trata de un problema de enfoque, con raíces históricas y que se ha trasladado a un tema cultural y político, con enormes consecuencias económicas y sociales. Históricamente, y desde los tiempos de la colonia española, el imperio británico ejerció una fuerte presencia en esa parte de Nicaragua. A finales del siglo XIX, se planteó la “reincorporación definitiva” de la Costa Atlántica de Nicaragua, la cual se alcanzó en 1894, es decir, poco más de un siglo, a cargo de Rigoberto Cabezas, y de ahí el nombre de lo que ahora es Bilwi y que antes era Puerto Cabezas. Y hasta hace pocas décadas, a lo que es ahora la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN) y la Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAN), se llamaba el Departamento de Zelaya, por el nombre del gobernante de turno a cargo del cual estuvo la reincorporación.

Pero en términos culturales siempre se habló de “incorporar” esa zona al Pacífico de Nicaragua, en vez de volver a nuestro país un Estado caribeño, con todas las implicancias políticas y socioeconómicas. Es tal la desconexión física que ha existido, lo cual contribuye a la dimensión cultural, política y económica que estamos analizando, que en la primera parte de los años 70 del siglo pasado un dictador, Somoza, completó la primera carretera que unía el Pacífico y la zona Central de Nicaragua con Puerto Cabezas, ahora Bilwi desde la ley de autonomía en los años 80, y otro dictador, Ortega, pavimentó esa carretera y la que une a Nicaragua con Bluefields, medio siglo después.

En términos políticos y económicos somos el país menos caribeño de todos los centroamericanos, y esa circunstancia es un enorme desperdicio económico que podría ser utilizado para impulsar el desarrollo de Nicaragua. Más allá de un eventual puerto de aguas profundas en el mar Caribe, en vez de utilizar para el grueso de nuestras exportaciones Puerto Cortés en Honduras, está el hecho que centenares de islas en un arco que va de Florida a Venezuela, tienen una inmensa población flotante de turistas. Con excepción de las islas más grandes que tienen base agrícola, como Cuba, Jamaica, República Dominicana, Haití y Puerto Rico, esas islas son deficitarias de alimentos, que un país como Nicaragua podría suministrar.

Además, la demanda de esos países podría ayudar a diversificar la base agrícola de nuestro país pues, como ha ocurrido en Costa Rica, el turismo ejerce presión en la demanda para producir variedad de vegetales, frutas y productos procesados, más allá de café, carne, leche y granos básicos. Resulta curioso, en ese sentido, que nosotros importemos frutas y vegetales de nuestro vecino del sur.

Pero pensar en convertir a Nicaragua en un país efectivamente caribeño, supone más que una dictadura que solamente piensa en su sobrevivencia en el poder. Esa sería tarea de un gobierno democrático que piense en el desarrollo del país. ¡Otra razón para el cambio de gobierno!

El autor es economista y analista político.

Opinión Costa Caribe de Nicaragua ETA Iota
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