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Masoquistas virtuales

Existe un grupo bastante extenso dentro de nuestra sociedad que parece disfrutar de que los pisoteen. Le agrada la idea de ser eliminados. Se excitan al pensar en todas las formas en las que les pueden arruinar la vida si llegan a pensar por ellos mismos. Estos homúnculos creen que si apoyan la devastación social y la destrucción de la civilización serán salvados del exterminio moral.

Son los que apoyan la censura en las redes, los que no entienden el término “libertad de expresión”, a los que les da miedo opinar por no ofender, los que castran sus ideas para así volverse parte del montón; a los primeros a los que van a callar en el futuro distópico que nos espera.

Es por eso que vemos que todas las homilías son idénticas, todos los clones se enojan con lo mismo, argumentan las mismas cosas, se defienden de igual manera y atacan de modo similar, cual hormigas. Ese es el problema con su modo de vida, no han comprendido que los van a apagar en cuanto los objetivos de sus pseudolíderes se hayan completado. Porque a estos masoquistas les agradó la idea de que eliminarán de manera permanente al presidente de los Estados Unidos, que silenciaran al jefe de Estado del país más importante del mundo. Les gustó porque lo que él decía no iba acorde con sus pensamientos. Les pareció correcto que haya más de una docena de redes sociales en las que tiene vetado crear una cuenta. Si pudieron hacerle eso al presidente de los Estado Unidos, ¿qué creen que les harán a ellos?

Estamos viendo que un grupo de cobardes están tirando por la borda la piedra angular de una sociedad humana saludable, el derecho a hablar, a comunicar nuestras ambiciones, ideas, disgustos, opiniones. La esencia misma de lo que nos hace lo que somos, lo que crea nuestra personalidad. Están enfocados en el aniquilamiento total y concluyente de todo lo que se asemeje a un juicio propio porque ellos no tienen uno. Odian al gobierno, a las grandes empresas y a los multimillonarios, pero en el momento en el que alguna de las partes realiza una sola acción a favor de ellos los defienden con uñas y dientes ante cualquiera que ose comentar algo contra ellos. Son los mayores defensores y oponentes de las columnas del Estado. Y es esa falta de congruencia lo que debilita a su grupo, es ese fanatismo radical, ese amor al dolor y a la humillación lo que hará que se vean dentro de una guerra interna entre los grandes líderes de su revolución.

Y en gran parte es por culpa de su incomprensión acerca de la responsabilidad que trae consigo la libertad lo que hace que la odien. Su ignorancia ante las cargas que conlleva realizar una acción lo que hace que detesten su libertad y deseen vivir confinados en una prisión mental, lejos de las obligaciones de tener que responder por sus actos. Ellos aman el dolor, les emociona que los altos cargos de su ridícula escala jerárquica los ultrajen, desean ser usados y desechados como peones en un juego de ajedrez porque así pueden vivir sus vidas sin tener que responder por sus actos, no tienen que preocuparse de pensar ni de vivir. En la simpleza de su mente viven felices, celebrando las derrotas de los demás y solo contestando cuando son llamados al ataque.

El autor es escritor panameño.

Opinión libertad de expresión
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